Indonesia se niega a colaborar con la ONU en la investigación de los crímenes en Timor
La fuerza multinacional en Timor Oriental descubrió ayer otros nueve cuerpos carbonizados cerca de Dili. La ONU y diversas organizaciones humanitarias ya disponen de amplios informes sobre las atrocidades cometidas en el territorio por el Ejército y las milicias indonesias: ejecuciones masivas, asesinatos de independentistas y religiosos, violaciones, secuestros y deportaciones. Yakarta se niega a que se lleve a cabo una investigación internacional de estos hechos y ha ofrecido realizar una propia, pero Naciones Unidas insiste en que habrá investigación aunque Yakarta no colabore.
Ante el cúmulo de atrocidades de las que se van teniendo diariamente nuevas pruebas, la Comisión de Derechos Humanos de la ONU aprobó el lunes una resolución que pide una investigación internacional. Ayer, el Gobierno del presidente Yusuf Habibie se reunió para analizar la situación y declaró: "Rechazamos la resolución [de la ONU] y la comisión [internacional]". El ministro de Justicia, Muladi, que hizo este anuncio, señaló también que será la propia Indonesia la que investigue lo ocurrido. El repudio de Yakarta no pareció afectar a Naciones Unidas. "Esperamos lograr la cooperación de Indonesia, pero el que no la ofrezca no impedirá que la investigación salga adelante", señaló con firmeza el portavoz Fred Eckhard.Anteriores investigaciones de la ONU han llevado a la creación de sendos tribunales para juzgar crímenes de guerra en la antigua Yugoslavia y Ruanda, instrumento que ha pedido que sea creado para Timor Oriental el premio Nobel de la Paz timorense José Ramos-Horta.
La disputa diplomática se produce mientras día tras día, las tropas de pacificación localizan nuevas víctimas de las atrocidades cometidas por las milicias y el Ejército indonesios. La semana pasada, fue hallada una fosa común junto a la casa del dirigente independentista Manuel Carrascalão, con más de 20 cadáveres horriblemente mutilados. El sábado, las milicias asesinaron a cinco religiosos, dos seminaristas, un periodista y su conductor. Sus cuerpos fueron encontrados en las aguas de un río entre Lospalos y Baucau, al noreste del territorio.
Un día después, el portavoz de Naciones Unidas en Dili, David Wimhusrt, anunciaba la localización de dos cuerpos en Tibur, al oeste de la capital. Uno de ellos tenía un tiro en la cabeza, y el otro, un machetazo con entrada por la garganta y salida por el cerebro. El lunes, las tropas de pacificación localizaron otras dos fosas comunes en el barrio independentista de Becora, cada una de ellas con tres cuerpos carbonizados. Este rosario de hallazgos culminó ayer con el descubrimiento de otros nueve cuerpos, completamente carbonizados, en el interior de una camioneta abandonada en un cementerio de automóviles situado en las afueras de la capital. Ante esa imagen, un oficial de la ONU no se pudo contener: "Imagino lo que deben haber sido esas dos semanas de terror tras el anuncio de los resultados del referéndum. Debe de haber sido un infierno total".
Un informe de Naciones Unidas, al que ha tenido acceso este periódico, revela que, desde el 4 de septiembre, fecha del anuncio de los resultados, "las milicias integracionistas establecieron controles en la mayoría de las carreteras y ciudades de Timor Oriental. Fueron asesinados civiles desarmados, incendiadas centenares de casas y deportadas miles de personas al área occidental mediante amenazas". "La ley marcial", implantada el día 7, sigue el documento, "no sirvió de nada y se reveló absolutamente ineficaz para responder adecuadamente a la crisis humanitaria". El día 10, las milicias Aitarak (Espino), con el apoyo del Ejército y la policía indonesios, se apoderaron de varios vehículos de Naciones Unidas. "Varios funcionarios de la ONU", dice el informe, "interpelaron a los militares sobre tales hechos, a lo que éstos respondieron que no tenían órdenes de impedirles esas acciones (a las milicias) ni disparar sobre ellas""Numerosos independentistas y miembros del clero fueron asesinados en esos días mediante ejecuciones en masa en Dili y otros puntos del territorio, como los refugiados muertos junto a la iglesia de Suai", se lee en el texto. Naciones Unidas también da cuenta de la deportación a la fuerza de millares de timorenses hacia la parte occidental de la isla, donde fueron agrupados en 27 campos de concentración. Jóvenes e independentistas constituían el blanco de los milicianos. Otros testimonios hablan de repetidas violaciones a mujeres. La organización no gubernametal Oikos (Cooperación y Desarrollo) denunció recientemente en Lisboa que algunos testigos han relatado cómo 12 mujeres embarazadas "fueron abiertas desde la garganta hasta el abdomen, les fueron extraídos los niños y los estrellaron contra unas piedras".
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