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Reportaje:

La simplicidad de Reagan

Aparece en Estados Unidos la más completa y polémica biografía del ex presidente

Ronald Reagan se inspiró en Una princesa de Marte, un libro de ciencia-ficción de Edgar Rice Burroughs, para su Iniciativa de Defensa Estratégica, también llamada La Guerra de las Galaxias, el gigantesco farol político y militar que dio la puntilla al imperio soviético. Es una de las revelaciones de Dutch (Holandés), la polémica biografía del 40º presidente estadounidense escrita por Edmund Morris. La biografía, que toma su título del apodo de juventud de Reagan, sale hoy a la venta en EEUU.El retrato que se desprende de esta biografía, basada en cientos de horas de conversación con Reagan, sus familiares y amigos y en 14 años de investigación y escritura, es el de un hombre cuyo principal misterio es su transparencia. Reagan, que a sus 88 años vive retirado y combatiendo la enfermedad de Alzheimer en California, era tan simple como aparecía. Simplón incluso, dice Morris. La Guerra de las Galaxias, el pulso con el que Reagan desafío a lo que llamaba el imperio del mal, estuvo inspirada en sus lecturas de su libro favorito de infancia: Una princesa de Marte, obra del escritor que creó el personaje Tarzán. Esa obra detalla la imaginaria construcción de un sistema de defensa frente a rayos letales.

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Morris, que frecuentó a Reagan en la Casa Blanca a mediados de los ochenta, confiesa que muchas veces se sintió "incómodo" ante la "aparente estupidez" del presidente republicano y su "incansable banalidad, por no decir incoherencia, en sus respuestas". Aunque el Alzheimer no le fue diagnosticado a Reagan hasta después de abandonar la Casa Blanca, Morris cree que su salud física y mental comenzó a deteriorarse tras el atentado de 1981.

Como tantos otros antes que él, incluido el maestro del periodismo de investigación Bob Woodward, Morris no ha podido llegar a conclusiones definitivas sobre el más controvertido episodio de los ocho años (1981-1989) de presidencia de Reagan: la venta de armas de Estados Unidos al Irán de Jomeini a cambio de la liberación de los rehenes norteamericanos en Beirut. Reagan logró escapar al escándalo provocado por la revelación de ese acuerdo secreto e ilegal entre los otros dos grandes rivales de los ochenta, la Casa Blanca y la revolución islamista.

Morris llega a una conclusión: "Reagan autorizó el mercadeo, sin tener la menor idea de la cantidad de leyes que estaba violando". En aquella época Reagan estaba obsesionado por tres cosas: la liberación de los rehenes de Beirut, el combate contra el comunismo y la restauración del orgullo nacional. El libro de Morris no es solo polémico por sus revelaciones, sino también por su estilo narrativo. Aunque todos los datos y citas han sido recopilados con métodos científicos, Morris opta por no contar la historia de Reagan a través de una anónima tercera persona. Se inventa un narrador, un supuesto contemporáneo del mediocre actor de Hollywood que se convirtió en el presidente más querido por sus compatriotas desde John F. Kennedy. El nombre de ese narrador es Edmund Morris, el del propio escritor.

Morris, que ganó un premio Pulitzer por su biografía del presidente Theodore Roosevelt, está siendo duramente criticado por el mundo académico norteamericano por haber adoptado ese punto de vista, propio de la literatura de ficción. Pero el autor, que ha cobrado un anticipo de tres millones de dólares por Dutch, afirma que ese truco narrativo le salvó de la parálisis en que le sumergió el misterio de la simplicidad de Reagan.

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Esta biografía, que llega tras un par de años de beatificación en vida del ex presidente, recuerda, sin confirmar, el rumor de que Reagan sondeó en 1938 la posibilidad de hacerse militante del Partido Comunista. Tan solo le motivaba el que lo eran muchos de sus compañeros actores de Hollywood. Pero esa fiebre le pasó pronto.

El Reagan que dirigió la batalla final contra la URSS tenía que recurrir a pequeñas fichas para recordar nombres, datos, fechas, citas e ideas; delegaba asuntos de gran importancia en sus subordinados, y daba respuestas tontorronas en las conferencias de prensa o a biógrafos como Morris que le entrevistaban en la intimidad. Pero tenía una idea clara. Escribe Morris: "Tanto en los cedros de Líbano como en los árboles de nuez moscada de Granada, el águila de EEUU tenía que proteger a los cristianos de las fuerzas oscuras y salvaguardar así la perpetuación de los ideales americanos".

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