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Paul Fustér funde ritmo y melodía en su disco 'Battleship'

En sólo dos años y con dos discos compuestos y grabados en ese tiempo, Paul Fustér ha conseguido convertirse en una especie de artista de culto en los circuitos catalanes. Se le compara con Jeff Buckley, Ben Harper y Keziah Jones, cantantes y guitarristas que logran inquietar y seducir con temas que se desarrollan entre la crispación y el susurro. "Mis referencias son Ritchie Havens, Arno Guthrie, Bob Dylan y, sobre todo, Michael Hedges, por su forma de fundir el ritmo y la melodía en la guitarra", dice este cantante, compositor y guitarrista que presenta hoy en Madrid (sala El Sol) su segundo álbum, Battleship.Hijo de catalanes, Paul Fustér nació en Minnesota hace 27 años y es, casi a todos los efectos, un músico norteamericano. A los 16 decidió recorrer Estados Unidos.Tocaba el piano desde niño, pero la percusión era algo más acorde con su vida errante. Vivió en Nueva York como percusionista de estudio y tocaba los fines de semana en el Central Park con distintos grupos latinos. En 1997 llegó a Barcelona de vacaciones y fue allí donde emprendió un nuevo camino como músico. En nueve meses compuso y grabó 36 weeks y ahora acaba de lanzar Battleship, su segundo trabajo. "La percusión me sirvió para crecer interiormente como hombre, porque tiene algo muy masculino y espiritual a la vez", afirma Fustér. "Pero llegó el momento en que necesitaba expresarme a través de una línea melódica y preferí la guitarra. Con ella he podido además descubrir mi propia voz como cantante, me reveló matices que yo desconocía".

Identidad

A pesar de que se especializó en percusiones afrocubanas, Fustér no recurre a esos ritmos para sus propios temas. "Creo que tengo un problema de identidad", dice. "No me siento latino; musicalmente provengo de una cultura, que es a su vez una gran ensalada: la estadounidense. Llegué a las culturas de España a través de la música cubana, pero mi música no tiene nada que ver estéticamente con este país, mi relación con España es más espiritual".

Sin embargo, Fustér tampoco quiere ponerse límites. "No hay fronteras rígidas entre los géneros, aunque es fácil encasillarse en el mundo del rock. Lo que es importante para mí es ir descubriendo la enorme diversidad de las músicas de todo el mundo. Lo malo es que la gente suele tener poca educación musical y no busca la calidad".

A pesar de que dice llevar desde siempre lápiz y papel en el bolsillo, empezó a escribir sus canciones al emprender esta nueva etapa. "Sucedieron pequeñas cosas que me indicaron que había llegado el momento del cambio. Pero no aspiro al gran éxito comercial, eso de la fama me parece una pesadilla. No me siento mejor ni peor que cualquier otra persona y para mí es fundamental conservar esa situación. Sólo quiero difundir mi música para compartirla. Estoy en calma y sólo así creo que puedo seguir siendo creativo".

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