Numerosas quejas en Lleida por maltrato de los guardias urbanos

Los ciudadanos de Lleida tienen muchos motivos de queja de la Guardia Urbana, no tanto por la labor sancionadora que ejerce como por la actitud provocadora que adoptan algunos agentes ante el presunto infractor. Ésta es una de las conclusiones más destacadas de la memoria presentada en el último pleno municipal por la síndica de greuges, Teresa Areces, correspondiente al año pasado.

El comportamiento de algunos policías locales ha sido de nuevo lo que ha provocado mayor número de quejas de los leridanos ante la Sindicatura de Greuges, una institución equivalente al Defensor del Pueblo en el ámbito local. Las quejas contra el colectivo representaron en 1998 el 20% del total de las reclamaciones efectuadas. "Una vez más", afirmó Areces, "me duele tener que decir que la queja en la que han vuelto a insistir los ciudadanos de Lleida ha sido la relativa a determinados comportamientos y actitudes de algunos agentes de la Guardia Urbana. Muchas veces los ciudadanos a quienes se impone una sanción no se quejan de la sanción en sí, que normalmente está bien impuesta, sino del tratamiento que reciben del agente". La síndica también destacó en su informe otras dos cuestiones muy polémicas en la ciudad: el excesivo número de licencias de vado concedidas por el consistorio y las quejas de los vecinos de la zona alta de Lleida debido a los altercados, ruidos y molestias que ocasionan por las noches los clientes de algunos de los bares musicales que proliferan en el triángulo comprendido entre las calles de Prat de la Riba, Balmes y Camp de Mart. En el primer caso, Areces recomienda una revisión del sistema de concesión de licencias, mientras que la solución al problema de los bares es más complicada "debido a la gran concentración que hay en la zona" y porque las medidas de vigilancia adoptadas son "insuficientes". La síndica atendió durante 1998 un total de 163 consultas, de las cuales fueron admitidas 112.