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Schröder se enfrenta a un nuevo 'lunes negro' de desastres electorales

La popularidad del canciller alemán cae bajo mínimos

Pilar Bonet

A Gerhard Schröder le cuesta ir al trabajo los lunes. El canciller ha reconocido que no le es fácil acudir a su despacho de presidente del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), en la Willy Brandt Haus de Berlín, tras los desastres electorales de tres domingos seguidos. Hoy se repiten votaciones municipales de desempate en Renania del Norte-Westfalia, y los resultados de hace 15 días (en un conjunto de 417 cargos municipales, la CDU se llevó 238, y el SPD, 32) indican que tampoco este lunes va a ser un día sencillo.

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Ayer, junto con su colega francés, Lionel Jospin, el canciller participaba en un simposio sobre la identidad europea en Brandeburgo. En el frente internacional, los colegas socialdemócratas europeos están echándole una mano al canciller, pero está por ver si eso basta para sacarle del hoyo demoscópico.Schröder está hundido en mínimos históricos de popularidad un año después de la victoria federal (el 40,9% de los votos) del SPD, el 27 de septiembre de 1998. Según el sondeo del instituto Dimap, que publicaba ayer el diario Bild, un 48% de los alemanes votaría hoy por los partidos de la democracia cristiana (la CDU y la CSU) y un 31% por el SPD. Además, el PDS (el partido de los ex comunistas de la RDA) aventaja (7%) por primera vez a Los Verdes (6%) a escala federal. Según el índice político de la cadena de televisión ZDF, los socialdemócratas tienen un apoyo del 28%.

Las dificultades de Los Verdes afectan también a Schröder. Algunos de los políticos del socio menor de la coalición gubernamental plantean dilemas que, llevados a sus últimas consecuencias, serían fatales para el actual equilibrio político en Alemania. "La supervivencia del partido es más importante que la colaboración con el SPD", habría dicho la diputada verde Annelie Buntenbach, según el diario Die Welt.

Sin embargo, la dinámica negativa que protagoniza Schröder es sólo uno de los varios procesos significativos de la política alemana hoy. Las perspectivas del Gobierno de concluir la legislatura y de afrontar una segunda con posibilidades de éxito dependerán de una combinación de los ritmos de todos ellos. Tras las elecciones regionales de Berlín el 10 de octubre, Schröder gozará de un largo respiro hasta la primavera, cuando se celebren los importantes comicios regionales de Renania del Norte-Westfalia. La reactivación de la economía alemana, si se produce, tal como pronostican los institutos especializados, podría ayudarle a imponer la política de austeridad.

A la hora de recortar las prestaciones sociales, los sindicatos son interlocutores duros. El presidente del poderoso IG Metall, Klaus Zwickel, ha amenazado con abandonar el Pacto por el Empleo si el Gobierno no publica un proyecto de ley de jubilaciones antes de noviembre. Los sindicatos temen que los planes para crear un sistema de pensiones privado y adelantar la jubilación a los 60 años legitimen despidos masivos a financiar parcialmente por los mismos trabajadores. Zwickel ha dicho a la revista Fokus que es aventurado apostar por el PDS, pero ha insinuado que el sindicato se prepara para una nueva política.

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Los sectores izquierdistas del SPD están hoy más calmados que los sindicalistas y creen que Schröder ha dado señales de aproximación hacia ellos. Citan como ejemplo el énfasis en el "bien común", que el canciller introdujo en su defensa del programa de austeridad ante el Bundestag, y el nombramiento como ministro de Transportes de Reinhard Klimt, el sucesor de Oskar Lafontaine en el Sarre.

La euforia de la CDU tras sus éxitos electorales oculta otras realidades, tales como la falta de verdadera alternativa al plan de austeridad, su responsabilidad por el endeudamiento de Alemania y la falta de una figura capaz de sustituir a Kohl. Por eso, en temas prácticos la CDU y el SPD funcionan ya como una gran coalición que se concreta en alianzas puntuales. Así lo indica el debate sobre el presupuesto que ha comenzado en el Bundesrat (la Cámara de las regiones). La oposición entre los intereses regionales y el centro federal es más fuerte que la división entre el SPD y la CDU. Estos dos partidos suelen entenderse bien a la hora de defender el sistema. Ninguno de ellos está dispuesto a dejar en manos de los ex comunistas de la RDA la bandera de la "justicia social", un concepto clave en la comprensión alemana de la política.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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