Un desertor asegura que Ignacio Gallego recibió financiación del KGB a espaldas de Carrillo
'El archivo Mitrokhin' revela que el dirigente comunista espiaba al PCE e informaba a Moscú
Ignacio Gallego, estrecho colaborador del ex secretario general del Partido Comunista de España (PCE) Santiago Carrillo, recibió dinero del KGB soviético a partir de mediados de los años setenta y, a espaldas de su jefe, se convirtió en el principal canal de financiación soviética a los comunistas españoles. Ésta es la tesis que mantiene el más reciente y controvertido libro sobre las actividades clandestinas de Moscú en Europa y Occidente, El archivo Mitrokhin, escrito por el académico británico Christopher Andrew en cooperación con el desertor Vasili Mitrokhin, ex agente del KGB.
Según el libro, en marzo de 1976 el servicio secreto soviético decidió prescindir del Partido Comunista Francés (PCF) como intermediario para enviar dinero a España y eligió a Gallego, cuyo nombre clave era Kobo, para este tipo de operaciones financieras.El libro afirma también que Gallego, miembro destacado de la dirección del PCE, recibió hasta 1980 unos 30.000 dólares anuales (4,8 millones de pesetas al cambio actual) de los servicios de espionaje soviético a través de la residencia soviética en Madrid para el comité ejecutivo del PCE y para el propio Gallego. El archivo Mitrokhin no ofrece más detalles sobre esta última afirmación. Gallego murió en la pobreza en Madrid en noviembre de 1990.
Ésas y otras aseveraciones no sólo ilustran la intimidad entre el KGB y las altas esferas del PCE, sino que revelan el hecho de que Moscú confiaba más en Gallego que en Santiago Carrillo, especialmente después de que éste comenzara a dar señales de distanciamiento a raíz de la intervención soviética en Checoslovaquia en 1968 y su creciente afición por la tesis del eurocomunismo. La expulsión del PCE de los máximos aliados de Moscú -Agustín Gómez, Eduardo García y el general Enrique Líster en 1969-70- marcó el momento álgido en el distanciamiento entre la Unión Soviética y Carrillo.
Hacia finales de 1976, "sin informar a Moscú", Carrillo regresó a España de su exilio en Francia. Eso puso en guardia al KGB. "El 6 de diciembre, el centro [del KGB] envió un telegrama urgente" a la residencia en Madrid instruyendo que se investigaran "rumores de que Carrillo estaba de vuelta en España y, de ser veraces, que averiguaran si lo había hecho por iniciativa propia o después de un pacto secreto con el primer ministro demócrata cristiano Adolfo Suárez", dice textualmente el libro.
"El 6 de diciembre de 1976, el buró político aprobó que se enviaran 20.000 dólares a Gallego (decisión P37-39-OP) para la compra de un piso en Madrid. Aunque Gallego no criticaba a Carrillo en público, la residencia informó de que lo atacaba agudamente en privado, denunciándolo como un peligro para el PCE y para el movimiento comunista internacional", añade el libro.
Un año después, Gallego, a través de su esposa, Lora, hizo llegar hasta la residencia soviética el borrador de una declaración conjunta que debía ser aprobada durante una cumbre del PCE y los partidos comunistas de Francia e Italia. Y envió también las galeradas del libro Eurocomunismo y Estado que Carrillo estaba a punto de publicar y que supuso el distanciamiento sin equívocos del comunismo español y la ortodoxia soviética.
"La cúpula quedó escandalizada por las críticas que ambos documentos contenían hacia la URSS, aunque al final Georges Marchais y Enrico Berlinguer, líderes del PCF y el PCI respectivamente, se distanciaron de los pasajes más agudos del borrador". Gallego también informó al KGB de que el diario izquierdista (sic) Pueblo planeaba enviar a un corresponsal a Moscú para entrevistar a disidentes. "Fue a raíz de esa advertencia cuando la Embajada soviética en Madrid se negó a darle el visado al periodista".
El distanciamiento entre Carrillo y Moscú fue in crescendo, aunque menos público, especialmente después de que el primero declarara en privado que la Unión Soviética no era sino "un estado semifeudal, dominado por una burocracia privilegiada y sin contacto con el pueblo", con un estilo de vida "menos democrático" que el de Estados Unidos. Ese punto de vista fue hecho público después de la invasión soviética de Afganistán, a finales de 1979, apunta el libro. "Mientras tanto, Gallego continuaba recibiendo del KGB 30.000 dólares anuales", dice.
Un agente del KGB en Madrid identificado como Víktor Mikhailovic Filippov informó a la central de que, a pesar de los esfuerzos de Gallego por atenerse "de la mayor manera posible" a la línea oficial de Moscú, "poco podía hacer para galvanizar la oposición sin verse aislado él mismo de la dirección". Filippov expresaba su convencimiento de que Carrillo mantenía el control de su partido. La realidad, dice el libro, era otra: "Entre los eurocomunistas y los comunistas de la línea dura, y con los comunistas catalanes que perdían la fe en el liderazgo de Carrillo, el PCE comenzó a desintegrarse".
Tras la victoria socialista de Felipe González en 1982 y la renuncia de Carrillo a la secretaría general del PCE, el KGB culpó principalmente a Carrillo del descalabro electoral y de la pérdida de apoyo popular a la causa comunista. Según el libro, en 1984, Moscú apoyó "y probablemente financió" la fundación del Partido Comunista de los Pueblos, promovido por Ignacio Gallego, que nunca llegó a tener presencia en el Parlamento.
El archivo de Mitrokhin es el libro que ha revelado la existencia de Melita Norwood, alias Hola, la bisabuela de 87 años ex espía del KGB que todavía vive en Inglaterra.
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