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FERIA DE SALAMANCA

Todo patas arriba

Los tres eran de Salamanca. La corrida, del ganadero recientemente fallecido, en cuya memoria se guardó silencio tras el paseíllo y los toros sacaron la divisa negra.Había motivos sentimentales para esperar (desear más bien) que la corrida resultase triunfal, pero sólo los rejoneadores lograron cortar orejas, una por sombrero, luciendo la belleza de sus cabalgaduras y lo espectacular de su trajín.

Pero, por lo demás, todo patas arriba. Ni la corrida embistió, ni hubo un toro siquiera que rompiese como se esperaba, ni los toreros lograron salir en volandas como sin duda soñaron.

A los del 21, o sea, a quienes se encarga de cerrar esta feria, generalmente les toca bailar con la más fea. Sería bonito, o curioso al menos, que, por probar, aunque sólo sea un año por estas fechas y con toros acordes con lo que viene siendo tradicional, organizase la empresa un mano a mano José Tomás-El Juli, o bien esos dos con Ponce como director de lidia, a ver qué tal.

Fraile; Guardiola / Bento, Gallego, Guerra; Hermoso, Ojeda

Toros de Juan Luis Fraile, desiguales de presentación y con guasa. Dos para rejones de Salvador Guardiola, bueno el 1º y cobarde el 2º.Hermoso de Mendoza: rejón caído y pasado (oreja). Paco Ojeda: rejón perpendicular y descabello (oreja). Rui Bento: estocada pasada, descabello (palmas y saludos); pinchazo, media tendida, descabello (silencio). Pepe Luis Gallego: media desprendida que escupe, media pasada, pinchazo hondo -aviso-, corta atravesada, descabello (silencio); pinchazo, media, hondo atravesado, pinchazo -aviso-, descabello (bronca). Julián Guerra: pinchazo, corta pasada y atravesada (silencio); pinchazo, estocada, descabello (aplausos). Plaza de la Glorieta, 21 de septiembre. 9ª y última de feria.

Faltos de ánimo

Con esto no eximo de culpa a los toreros, que anduvieron faltos de ánimo tanto Rui como Gallego, siendo Guerra el que más voluntad puso en pasar el trago.

Lo que quiero decir es que resulta macabro casi que se les brinde una oportunidad (así la llaman) a quienes menos torean, con la corrida a priori más difícil.

Si tiene alguna gracia, francamente, no se la veo con facilidad. Por si fuera poco, el presidente se empeñó en el quinto toro en que se volviese a entrar en banderillas cuando el toro ya tenía los cuatro palos reglamentarios. En otras ocasiones, cuando se trata de figuras, más que a paso tira de pañuelo.

Y, mire usted por dónde, ayer, pasando todo el mundo las de Caín, le dio por ponerse riguroso. La decisión no hay por dónde cogerla. Si trataba de quebrantar más al toro, ya me contarán qué quebranto le podían suponer dos arpones más. Por el contrario, según iba el asunto, capotazo va, capotazo viene, el toro podía aprender sánscrito. Y parece que incluso sacó nota.

Lo que digo. Todo patas arriba. ¡Con la falta que hubiera hecho triunfar!

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