De Viena al Candela
La carrera de Mauricio Sotelo, músico y musicólogo precoz (se enamoró de Jimmi Hendrix y de Luigi Nono siendo un adolescente), se podría resumir como un camino de ida y vuelta entre los salones y las escuelas musicales de Viena y Centroeuropa y sus paseos, más nocturnos pero igual de estimulantes, por la cueva del Candela y el colmao Casa Patas, los más genuinos bares flamencos de Madrid.Oscilando con paso firme entre su altísima cultura musical y su amor visceral por el flamenco, Sotelo ha sido capaz de fundir ambos mundos, de integrar el pulso del espressivo vienés y las siguiriyas de su admirado y admirador Enrique Morente. Su gusto por el riesgo y la bohemia, su pasión por la investigación y la lectura, su olfato para rastrear jóvenes talentos y su facilidad para rodearse de virtuosos surtidos han hecho el resto. El resultado, si de aquí al lunes no pierde las partituras, es un insólito acto de amor a la música. A toda la música.