En el ojo del huracán
Lo que sorprende de un huracán como el Floyd (...) es la cantidad de información que está motivando. Los aviones del 53º Escuadrón de Reconocimiento Meteorológico han estado volando en la tormenta registrando las velocidades del viento y lanzando paquetes de instrumentos meteorológicos en el justo centro de presión del vórtice. Los satélites han estado siguiendo el movimiento del Floyd, han enviado lecturas de cada parámetro posible. A medida que el huracán se aproxima y pasa sobre ellas, las boyas meteorológicas intervienen, al igual que las estaciones de instrumentos meteorológicos en tierra. Una impresionante cantidad de esta información llega ahora de forma casi inmediata a Internet, haciendo realidad el sueño de todo meteorólogo.Desde un satélite es inmediatamente visible el tamaño de esta tormenta, cuya extensión hace que parezca pequeño el huracán Andrés, por ejemplo. Sólo su núcleo es del tamaño de Carolina del Sur.
La idea de lo sublime casi ha desaparecido en este siglo. Las escenas de las montañas que tanto conmovieron a Goethe y muchos otros a finales del siglo XVIII parecen hoy como mucho ornamentales. Pero una tormenta de esta magnitud otorga todavía la magnífica categoría de sublime a los vientos y los mares. ( ... ) Parece inevitable, por ahora, personificar al huracán ( ... ) como se viene haciendo desde 1947, llamarle Floyd, hablar del ojo del huracán y de su furia. (,...) Aunque sea un acto de orgullo.
15 de septiembre.
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