EL PADRE ETERNO, EN LA CÚPULA CELESTE.
En la concha abovedada que remata el retablo, "en el sitio más profundo y oscuro", según los técnicos, se encuentra un óleo del siglo XVII sobre yeso que "continúa por todo el presbiterio". Allí enlaza con una cúpula celeste pintada de estrellas. Gran parte estaba tapada por numerosas capas de cal.
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