_
_
_
_
Reportaje:

Sevilla ya tiene ministra de Cultura

Estaban los niños del colegio Pablo Ruiz Picasso de Sevilla sentaditos en sus sillas esperando algo. Tanta cámara, y aquellos señores subidos en un estrado, apiñados como sardinas, alguna pista les daban. Pero no muchas. De repente, la señora de verde que presidía la mesa comenzó a hablar y los alumnos podían ver su imagen en una pantalla situada en el rincón del aula. ¿Quién era esa mujer? ¿Por qué estaba el colegio revolucionado esta mañana? José Alberto Muñoz aprieta los labios y tamborilea los dedos sobre ellos. ¡Ya está! Esa que habla es "la ministra de Cultura de Sevilla... Creo". Pues no, José Alberto. Es la delegada provincial de Educación, Nazaria Moreno. El niño, que estudia Primaria todavía, no entiende de cargos políticos. Normal. Por eso, cuando acabaron de hablar en aquella pantalla los ocho delgados provinciales, la sala escolar estaba harta de personajes extraños y de discursos aburridos. De cualquier forma, tenían que esperar, porque los globos que había en el patio de la escuela, les hacían barruntar un final de fiesta más divertido. Andalucía inauguraba ayer el curso escolar de una forma innovadora. El presidente Chaves daba el pistoletazo de salida a través de una videoconferencia, o sea, simultáneamente en todas las provincias. Y así fue. Chaves sale en televisión más que la delegada de Educación de Sevilla, por ejemplo, ¿lo conocerían los niños? A medias: "Es Suárez", salta una de ellas. Pero su compañera le reprocha rápido el despiste: "No hombre, es Chaves". ¿Y quién es Chaves? "Pues el presidente". ¿El presidente de qué? "Humm... No me acuerdo". No parecía para niños aquel espectáculo virtual así que el consejero de Educación, Manuel Pezzi, que acompañaba a Chaves en el Salón de los Espejos de San Telmo, dedicó su discurso a los maestros, que también son protagonistas de la escuela. Gracias y mil gracias dio el consejero a los profesores por la labor que desempeñan cada curso y pidió a los padres que les apoyaran en esta tarea, que falta les hace. También pidió ayuda, pero esta en forma de presupuestos, elpresidente de la Confederación de padres de Alumnos, Miguel Sicilia. Habló desde el colegio Lex Flavia Malacitana (Málaga) y pidió al Gobierno andaluz que sea generoso cuando tire de calculadora para repartir los dineros. Que se acuerde de la escuela. Almería fue la encargada de comenzar las intervenciones. El delegado provincial, Francisco Contreras, apareció nervioso, leyó el discurso y cuando acabó, resopló a gusto. Las delegadas lo hicieron mejor que sus colegas masculinos. Desde Granada, Teresa Jiménez parecía toda una presentadora de televisión. Habló de libros, de tolerancia y de vida, y les dijo a los niños que los maestros estarán a su lado mientras aprenden. La delegada de Cádiz, Pilar Sánchez, aportó a la videoconferencia aires de libertad y de ciudad milenaria. Córdoba saludó con Séneca y con Averroes y después el delegado se quedó congelado. Pero eso fue por culpa de la técnica. Huelva paseó por Andalucía durante un rato su serranía, sus colegios rurales, "pacientes y solidarios". Málaga habló de Aleixandre, de Picasso, de la paloma y de la paz. Y Jaén hizo un discurso casi navideño, lleno de parabienes, de felicidad y de ilusión. Cuando le tocó el turno a Antonia, una alumna que estudia en un centro de educación de adultos de Sevilla, se oyó el primer aplauso de la mañana en la sala del colegio Pablo Ruiz Picasso. Porque esta alumna contó los sinsabores de su vida, sin juguetes ni estudios, que ahora remedia aprendiendo a leer y escribir cuando todos sus sobrinos "tienen ya una carrera sacada". Al finalizar se escuchó el himno de Andalucía y todos se pusieron en pie, pacientes. Los globos esperaban en el patio. Lo que no sabían es que abajo, tendrían que escuchar otra vez el himno y algún discurso más. O sí lo sabían. En la puerta del colegio se concentraron también cuatro miembros del sindicato Ustea, pancarta en ristre, para protestar por el acuerdo firmado entre los sindicatos de la enseñanza pública y la Administración. Volvamos a los globos. Un arco con los colores de la bandera se elevó al cielo mientras cruzaba un avión, por fortuna, mucho más alto. Eso sí era una fiesta de inauguración. Los niños se apiñaron en el patio mientras el director del colegio, la delegada de Educación de Sevilla y otros profesores entrelazaban las manos, brazos en alto, y hacían una especie de ola a los últimos acordes de la música patria. Olímpico. Sólo faltaban las Giraldillas.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_