Líderes indígenas chilenos negocian con Endesa sobre el futuro de su tierra
David ha derrotado momentáneamente a Goliat en Chile. Después de cuatro años de tenaz resistencia, siete modestas familias mapuches han hecho retroceder a la eléctrica Enersis, cuyo accionista principal es la española Endesa (un 65%). Los indios se niegan a abandonar sus tierras ancestrales que, una vez expropiadas, quedarían sepultadas bajo las aguas de la que será la mayor presa hidroeléctrica del país. Mañana viaja a Madrid para negociar una delegación de apoyo a la causa mapuche integrada por parlamentarios, abogados y líderes indígenas.Se presentaba como una lucha desigual. Pero el titular del 6º Juzgado Civil de Santiago, Mario Carroza, ordenó el jueves pasado la suspensión inmediata de las obras de la presa de Ralco, en el Alto Biobío, un valle de la Araucanía chilena, tradicionalmente aislado y abandonado por el Gobierno. En la batalla está en juego el bien más preciado de los mapuches: la tierra. Enfrente, Endesa defiende un proyecto presupuestado en 550 millones de dólares (cerca de 90.000 millones de pesetas), de los que lleva invertidos 120, con el 11% de la obra realizada.
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