Plenos ciceronianos
NEGRITASAntonio Rodríguez Galindo, concejal socialista en el Ayuntamiento de Sevilla, es famoso por sus silencios: habla más bien poco. En el último pleno municipal rompió la norma y descubrió su faceta ciceroniana. Mientras rebatía la necesidad de crear una comisión de seguimiento de las actividades del año Velázquez, que había solicitado la concejal del PP Carmen Martínez de Sola, recibió un rayo de inspiración y zanjó el tema mirando a la ex alcaldesa Soledad Becerril: "Usted es un poco cotilla". Estos rayos siempre iluminan (¿o será fulminan?) las mentes masculinas. Una chispa semejante cayó hace meses sobre Pedro Rodríguez, alcalde de Huelva, y dijo sin electrocutarse que los socialistas parecían "mujerzuelas cotillas". Ya con el circuito sobrecargado aseguró que no se arrepentía ni rectificaba. Las ideologías, a babor y estribor, están repletas de instantes ciceronianos. Juan Ortega, delegado de Deportes del PA, una formación que ora mira a babor, ora a estribor, también pertenece a la estirpe de quienes hablan clarito: "Nosotros gestionamos el Instituto de Deportes con éxito, y lo digo asín (sic) de claro". Efectos orales. Como el espejismo que nubló el verbo del concejal más marchoso de Sevilla, el delegado de Fiestas Mayores, el andalucista Mariano Pérez de Ayala, al decir "con brevedad, señora alcaldesa", para regocijo general, incluido el del alcalde Alfredo Sánchez Monteseirín, que poco después miraría el reloj para comprobar que no era su cumpleaños. Una duda la tiene cualquiera. El desliz de Ayala, que también se soltó la melena al acusar a Izquierda Unida "de chupar rueda", fue tan celebrado como varias intervenciones estelares de la concejal de IU, Paula Garvín, al formular un deseo: "Yo espero que la piscina Blancanieves no se la demos en concesión a los siete enanitos". En sus lances con Ortega, la edil ironizó: "Cree que la gracia es patrimonio de los andalucistas". Los plenos no son el último reducto de la oratoria. En las conferencias de prensa también se aprende mucho. La dedicada a anticipar el concierto del cantante mexicano Luis Miguel en Sevilla alcanzó tales cotas de sublimación que el artista ni siquiera acudió. Un ejercicio más complicado que los que traza el bailarín Antonio Canales, que todavía no ha dado con la clave para ir sin estar, aunque todo llegará. A la última cita con la prensa llegó una hora tarde. TEREIXA CONSTENLA
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