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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Libros para leer

Soy un joven, como tantos otros, al que le apasiona la literatura. Y, obviamente, por una mera cuestión de edad, no poseo un bagaje literario suficiente (hago lo que puedo). Supongo que es una situación ya conocida por las generaciones anteriores a la mía: siento que, hoy por hoy, ya tendría que haber leído cientos de obras que aún no tengo entre mis manos. En mi caso personal, tengo que agradecer a mi familia que me ha enseñado a crecer rodeado de libros; pero llega un momento en el que empiezas a construir tu propia biblioteca, aunque algunos libros merodeen por algún anaquel de tu casa, y te enfrentas ante un problema: la literatura cuesta. Lógico. Suerte que ahora me preocupo de leer a los clásicos. O tal vez no. Es normal que al comprar un libro opte por las ediciones baratas, cuando no de segunda o tercera mano. Lo prefiero: no me interesa el "envoltorio". Pero viendo las traducciones que me ofrecen, me desespero. Hace unos días terminé Rojo y negro, y lo "conseguí" porque me cautivó tanto la pluma de Stendhal que pude soslayar la horrible traducción. No pido un José María Valverde (que es capaz de "hacerme creer" que Joyce escribía también en español), pero sí al menos alguien que no se ría de mí. En el Rojo y negro que tengo entre mis manos, para empezar, no se cita ni al traductor; algo básico. Y página sí, página también, me toman el pelo: los niños van al "colegió"; transcurren "delicioso dias"; existe el número "cutro"; la gente es "símpática"; se monta "á" caballo; se viaja a mil "lenguas" de distancia; se piensa "de que"... y los logorreicos padecen "berborrea". Más de un lápiz he tenido que usar para señalar estos eructos lingüísticos que sobrepasan la centena. Hasta se llega a afirmar cosas como: "no ser esa la costumbre"; por no hablar de comas transparentes o minúsculas tras los puntos. ¿Alguien puede decirme qué pasa? No entiendo que en este país (y supongo que pasará en otros tantos) se trate de fomentar el "acercamiento de los clásicos a los jóvenes", así lo tildan ellos, de esta manera. Aplaudo a todos los que mueven los hilos para que esto ocurra, pero, si se hace, que se haga bien. Quizá no contaban con que los libros, aparte de decorar las alacenas, sirven para leer. Y así, no hay quien lea. Espero que si alguien lee esto y puede hacer algo, lo haga... Por favor.- .

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