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Detenida una banda con seis kilos de uranio robado a la flota rusa del Pacífico

Un grupo de contrabandistas fue detenido ayer en la provincia asiática rusa de Primorie con seis kilos de uranio-238 robado en instalaciones de la Flota del Pacífico, con sede en Vladivostok. La noticia sobre el suceso, un elemento más en el aparente descontrol en que se mueve Rusia, trascendió el mismo día en que el Gobierno ruso se decía víctima de una campaña internacional de desprestigio. Washington aseguró que no intentará cortar las ayudas del Fondo Monetario Internacional (FMI) a Moscú.

Las noticias sobre la detención de la banda fueron escuetas y no hubo ampliación oficial de los datos. La operación de captura fue realizada conjuntamente por el Servicio Federal de Seguridad, el contraespionaje de la Flota del Pacífico y la policía local. Sobre la requisa de los seis kilos de uranio-238, que puede ser usado con fines militares, sólo se dijo que emitía una radiactividad 2.500 veces superior al límite que es peligroso para la salud.La amenaza del contrabando nuclear ha provocado muchos escándalos, el más sonado de los cuales se produjo en 1994, cuando la policía alemana detuvo en el aeropuerto de Múnich a un colombiano procedente de Moscú con 300 gramos de plutonio. En aquel caso, en el que estuvieron implicados dos españoles, resultó que el contrabando había sido una operación montada por los mismo alemanes con la aparente intención de demostrar que las instalaciones militares nucleares rusas no eran fiables.

Los servicios secretos rusos han detenido en diversas ocasiones a personas que trataban de vender materiales radiactivos. Y el año pasado se llegó a decir que la mafia italiana podría haber comenzado a montar una red de distribución de material nuclear obtenido en Rusia. Alan Cranston, ex senador estadounidense, dijo en el Foro sobre el Estado del Mundo celebrado en San Francisco que "se sabe que las organizaciones de la droga están buscando armas nucleares y tienen grandes recursos".

En Moscú, mientras, tanto, el jefe de Gobierno Vladímir Putin y el ministro de Exteriores Ígor Ivanov atacaron a Occidente por la gran cobertura que se está dando al último escándalo sobre corrupción que ha salpicado al Kremlin. "Si alguien quiere inflar con fines políticos este caso, que lo haga", declaró Putin al comentar las declaraciones del secretario del Tesoro de EE UU, Lawrence Summers, al diario USA Today de que Washington no apoyará la entrega del próximo tramo del crédito del FMI a Rusia "sin garantías de que el dinero dado es usado correctamente y sin que haya una rendición de cuentas adecuada". Según Ivanov, el escándalo en torno al lavado de dinero ruso es una política consciente de "determinados círculos que no quieren que Rusia se reafirme en su papel de gran potencia en la arena mundial".

El Gobierno de EEUU reflejó ayer el desconcierto que le está provocando el caso del lavado de dinero de la mafia rusa en el Bank of New York. Un portavoz del Tesoro desmintió la información de USA Today. El desmentido, poco habitual en Washington, fue interpretado como un intento gubernamental de limitar los daños provocados por las declaraciones de Summers.

El Ejecutivo norteamericano sufre una intensa presión del Congreso para que corte a Moscú el grifo del FMI. El pasado fin de semana, Jim Leach, presidente del comité de Banca del Congreso, exigió que EE UU se oponga al desembolso o aprobación de cualquier crédito de ese organismo a la "cleptocracia" de Rusia.

Dada la caída de los precios de la deuda rusa que provocaron las declaraciones de Summers y los amargos comentarios de Ivanov, el Tesoro se vio obligado ayer a corregir a su titular. Una portavoz negó que EE UU desee un retraso de los pagos previstos del FMI a Rusia. Aunque añadió que EE UU espera "con ansiedad" la confirmación de que el actual programa del FMI incluye "las adecuadas salvaguardias" y de que los préstamos anteriores "han sido usados correctamente".

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