Pobreza y riqueza
Paseo por uno de los centros de negocios de Madrid, rodeado de edificios forrados de cristal que miran al cielo con orgullo. Sombras de trajes grises pasan rápidamente junto a mí. Es la hora de la comida. Al fondo, en una plaza rectangular, repleta de verde, algunas personas dan cuenta de sus bocadillos. Todo parece respirar calma, orden, sosiego. Pero todo este escenario, remarcado por la geometría casi perfecta de los edificios, se ve alterado, de modo casi imperceptible, por la figura de un joven que intenta vender La Farola ante el pasar indiferente de los transeúntes.Con la imagen del rostro del vendedor grabada en la memoria, sigo mi camino hacia el autobús. De nuevo, pobreza y riqueza se me aparecen juntas. Como las dos caras de una misma moneda. Como si una fuera, inevitablemente, segregada por la otra.- .
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