Más tomate que nunca

Más de 30.000 personas inundaron ayer la calle central de Buñol en la última Tomatina del milenio. Durante poco más de una hora y en una auténtica guerra, 140.000 kilos de tomate actuaron de munición entre los miles de participantes que llegaron desde lugares tan distantes como Japón, Estados Unidos, Australia, Argentina, Europa y de todos los rincones de España. Este final de milenio se ha celebrado desde Buñol de una manera especial: 20 toneladas más que en años anteriores y por primera vez siete camiones cargados hasta los topes de tomate (uno más de costumbre), atravesaron el recorrido habitual. La particularidad de esta fiesta hace que los tomatazos, lanzados sin ápice de acritud, aunque de forma contundente, no hayan ocasionado heridos de gravedad. La cascada internacional de gentes que se acercó hasta Buñol, se mezcló con el río de tomate que iba surgiendo al paso de los camiones. Para participar desde dentro, iban uniformados de las formas más diversas: vestidos de lama budista, con gafas de bucear, con cascos de plástico, con sombreros de mexicano, chalecos fluorescentes, etcétera, cualquier indumentaria sirve para animar más la fiesta. Después, tras la carcasa final, una nube de buñolenses se ocuparon de limpiar con rapidez las calles y en poco más de una hora todo quedó casi impecable. Mientras, los visitantes se quitaban el tomate de encima en las duchas habilitadas por el Ayuntamiento e iban abandonando Buñol tras haberlo pasado en grande.