"Den a los congoleños el mismo trato que dieron a los kosovares"
El padre de la niña africana que fue descolgada por la valla fronteriza de Ceuta se reencuentra mañana con su hija
Clarice Kipupa, la niña congoleña de cuatro años que fue descolgada por la valla fronteriza de Ceuta con un papel para localizar a su padre, residente en Gijón, se reunirá mañana a media tarde con éste en el aeropuerto de Avilés. Todas las administraciones se han volcado para propiciar el reencuentro con su padre, Moubiala, refugiado político provisional a la espera de recibir el estatuto de asilado. Clarice viajará desde Ceuta a Asturias vía Sevilla y Madrid, acompañada por miembros de la organización religiosa Mensajeros de la Paz. Allí será alojada en una unidad de primera acogida del Centro Materno-Infantil de Oviedo.Los análisis que se han hecho a la niña demuestran que no tiene heridas, por lo que queda claro que no fue arrojada a través de la valla de 2,7 metros de alto sino que la persona que la abandonó allí la descolgó con cuidado. Además, no muestra ningún síntoma de desnutrición.
Moubiala Kipupa, de 32 años, separado de su esposa y sus hijos (tiene otros dos de 10 y 14 años) desde hace un par de años, vivió ayer una jornada de trepidante ajetreo, temores y esperanza. El padre de Clarice sufrió durante horas el acoso de los reporteros de prensa, radio y televisión, al tiempo que le llegaban las primeras noticias de los trámites para poder mañana abrazar a su pequeña. Tras varias horas de cerco mediático a Kipupa, éste finalmente ofreció una rueda de prensa.
Negros y blancos
Aprovechó para pedir que se dé a los refugiados políticos congoleños "un trato similar al que se dio aquí a los kosovares". Se preguntó si el problema es que él es negro "y los kosovares son blancos". "Aún no soy consciente de la situación. He hablado por teléfono con mi hija, pero es muy pequeña y no podía decir nada; sólo espero poder estar con ella", añadió. La encontró "muy triste porque no tiene a nadie de su familia". Él también está afligido y cansado. "Todo el mundo quiere hacer una película para la televisión, pero si quieren ayudarme, tienen que darme trabajo". Afirmó que desconoce el paradero del resto de su familia, a la que dejó para huir tras la llegada al poder en el antiguo Zaire de Laurent Kabila. Él había cantado en las fiestas del derrocado dictador Mobutu Sese Seko. Llegó a Ceuta y de allí pasó, hace ocho meses, a Gijón.Ahora Kipupa recibe un curso de técnico soldador del Inem y vive en un piso con dos compatriotas gracias a las ayudas de Cruz Roja y Fundación Municipal de Servicios Sociales. "Le damos vales de alimentos cada mes y un bono de autobús para que se desplace al centro de formación. Recientemente nos ha solicitado ayuda para pagar dos meses de atrasos del alquiler de la vivienda", explicó una portavoz de la fundación. A través de Cruz Roja, Kipupa espera obtener la carta de refugiado político antes de dos meses, cuando vence su permiso provisional. El notable eco que ha adquirido su caso posiblemente le ayudará a regularizar su situación. La delegación del Gobierno de Ceuta ya se ha comprometido a acelerar todo lo posible los trámites para que obtenga rápidamente el estatus de refugiado político. Allí están convencidos de que la madre y los dos hermanos de Clarice están en Marruecos esperando poder llegar a Ceuta. "Esta historia no acaba aquí, acabarán apareciendo", asegura el delegado del Gobierno, Luis Vicente Moro.
Ante la pregunta sobre si todo ha sido una estratagema urdida por el padre de la niña para regularizar su situación, el responsable de Mensajeros de la Paz, el sacerdote Ángel García responde con un "qué más da". Lo importante es que la niña "pueda besar a su padre" y que la familia pueda reunirse en Asturias.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
- Fronteras
- República Democrática del Congo
- Ceuta
- Refugiados políticos
- Inmigrantes africanos
- Asilo político
- Ayuntamientos
- Política exterior
- Inmigrantes
- Niños
- Extranjeros
- Administración local
- Inmigración
- Infancia
- Conflictos políticos
- Migración
- España
- Relaciones exteriores
- Partidos políticos
- Administración pública
- Política
- Demografía
- Sociedad