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ABECEDARIO ANDALUZ Modismos

A. R. ALMODÓVAR Modismos, giros, refranes, dichos, frases proverbiales... El fantástico universo de la agudeza popular andaluza tiene en este campo su más variada expresión. Quizá por eso, por la amplitud y por los recovecos, está tan poco estudiado. Del centenar de monografías sobre el andaluz con las que ya contamos, apenas media docena versan sobre esta escurridiza cuestión. Más mérito para el Repertorio de modismos andaluces (Universidad de Cádiz, 1991), de Manuel Barrios, aunque mucho de lo ahí recogido pertenezca probablemente al español general. Éste es, sin duda, el principal escollo: dónde está la "garantía" andaluza de Más cornás da el hambre, Más feo que Picio, Irse por los cerros de Úbeda, Canelita en rama, Malas puñalás te den, Por donde amarga el pepino o Llenar la calle? Pues en la historia, la toponimia, la huella fonética, la hipérbole, el folclore... De la primera frase se dice que la inventó El Espartero. La segunda se refiere a un zapatero granadino de principios de siglo, que se hizo famoso por su extraordinaria fealdad -cómo sería el pobre-; la tercera no necesita comentario. El diminutivo andaluz se acredita en la cuarta; la maldición gitana en la siguiente; la metáfora humorística sostiene a la penúltima; y en cuanto a la última, que significa causar admiración de todos por belleza y gracia, una copla: "Calle la Polvera, que es anchita y larga. / cuando pasaba mi hermanita Rosa / toa la llenaba". Por cierto, que por esa misma calle se pegó un resbalón el actual alcalde de Huelva, cuando en el pasado congreso del PP dijo aquello de que Teófila Martínez era "una rubia que hace muy bien la calle". Tal vez quería acogerse a este dicho, llenar la calle, pero el deslizamiento fue histórico. Los de mayor garantía son sin duda los que incluyen un topónimo, como de Úbeda, aunque se le atribuyen varios orígenes. A mí el que más me gusta es que un alcalde de esa población estaba tan enamorado de una mocita que vivía por aquellos andurriales, que no se concentraba en su gestión. En estos tiempos de alcaldes tan materialistas, no me digan que no es bonito. Lo de Quien fue a Sevilla perdió su silla, se refiere a un arzobispo de esta capital, en tiempos de Enrique IV, que dejó de sustituto en su silla, sede, a un sobrino, mientras se acercaba a Santiago, por lo del Jubileo sería. Y cuando volvió, el sobrino le dijo si te vi no me acuerdo, y que lo más que podía hacer por él era explicarle dónde llevaba Caperucita el canasto. Célebre es también El disimulo de Antequera, la cabeza tapada y el culo fuera, que cuenta cómo un caballero de esa localidad vióse apremiado en plena calle de singular apretón de vientre, y para que nadie le conociera mientras exoneraba se echó la capa por la cabeza. O de cómo mantener el tipo en las peores circunstancias. Pero de mi predilección es dale memoria, por "dale recuerdos", una sutil diferencia que nos deja entrever un vasto mundo, más desconocido aún: el de la semántica andaluza. Pero ése es otro cante.

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