La comunidad judía denuncia falta de vigilancia sobre los 'ultras'
"El Gobierno federal no está haciendo lo suficiente para vigilar a los grupos racistas y antisemitas; debería haber más vigilancia, debería haber más infiltración", declaró ayer el rabino Eric Yoffie, presidente de la Unión Americana de Congregaciones Hebreas. Yoffie y otros líderes de la comunidad judía de EE UU se entrevistaron el jueves en la Casa Blanca con Bill Clinton para pedirle un sensible refuerzo de las medidas legislativas y policiales contra el ultraderechismo violento.
"Ya sabemos que la Constitución, al garantizar la libre expresión, pone límites a la acción del Gobierno contra los propagandistas y activistas del odio, pero, pese a ello, creemos que Washington podría hacer más", dijo Abraham Foxima, director de la Liga contra la Difamación.
Clinton dio la razón a los representantes de la comunidad judía. Recordando que los sucesos de Los Ángeles fueron alimentados por "el odio racial y étnico" y que constituyeron el segundo episodio de este tipo, tras el protagonizado en julio por Benjamín Nathaniel Smith en Illinois e Indiana, volvió a instar al Congreso a aprobar las dos leyes sobre lucha contra el racismo y sobre control de armas propuestas por la Casa Blanca. Esas dos leyes siguen bloqueadas en el Capitolio, controlado por los republicanos. La peripecia homicida de Furrow ha llevado a la comunidad judía norteamericana a reforzar por sus propios medios las medidas de seguridad en sinagogas, bibliotecas, museos, centros escolares y cualquier tipo de lugar público colocado bajo la estrella de David. Los líderes judíos saben que la gran difusión que los medios de EE UU dan a estos sucesos suele traducirse en el deseo de imitarlos por parte de individuos o grupos desequilibrados. El rabino Marvin Hier, fundador del Çentró Simon Wiesenthal de Los Ángeles, informó de que, de hecho, Furrow tenía tres objetivos establecidos: uno el propio Centro Simon Wiesenthal; otro, la Universidad del Judaísmo, en Bel Air, y el tercero, el Skirball Cultural Center, donde hay un pequeño museo de cultura judía. Pero al encontrar que esos tres lugares estaban muy vigilados, Furrow se dirigió al centro comunitario de Granada Hills.
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