Resurgir de Hermoso
No hizo falta que se recuperara Cagancho de su cogida en la plaza donostiarra, hace ocho días, para que resurgiera el rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza. Toda la tarde estuvo en torero el navarro de Estella, en especial en su segundo toro. Signifiquemos sólo un par de pasadas en falso, en banderillas a dos manos y en el rejón de muerte; pero después de esas dos pasadas, terminó por culminar lo empezado, con un par enorme y con un rejón en todo lo alto, respectivamente.Todo lo que se propuso lo realizó de frente. Su labor en ese toro tuvo momentos de excelencia. Como mató pronto y bien, el público pidió las dos orejas para el torero, que el presidente sólo concedió una.
María Sara, rubia y francesa -tal el verso de Blas de Otero cuando añadía el nombre imaginario de Isabel-, toreó a sus dos toros bastante despegada. Sus caballos no conseguían reunirse con el toro dentro de la medida adecuada. Hay que anotar que acertó espléndidamente a colocar un rejón de muerte fulminante a su primer toro. Ésa fue la cara. La cruz, lamentablemente, le llegó en su segundo. A la hora de matar ese toro, tras dos rejones de muerte desviados, echó pie a tierra creyendo que al toro le quedaba poca vida. Se equivocó al tomar la muleta y el descabello, porque en ese momento el toro fue a por ella. Desistió de su labor, y cedió los trastos a uno de sus banderilleros. El hombre de plata tomó la espada y en ese momento dibujó un mitin. El toro, al fin, dobló las manos después de haber recibido cuatro pinchazos y tres descabellos, con el añadido de dos rejones en el primer tercio, tres banderillas en el otro tercio, una rosa roja con un pincho enorme, más dos rejones de muerte. Total una boucherie.
Por lo visto Paco Ojeda estaba en otra historia, como por ejemplo, en el día de hoy que va a torear de luces, dando la alternativa a un toricantano. Toreó en muchos momentos a dos kilómetros de los toros. En su primer toro, en la suerte de banderillas, iba con un caballo al que parecía que estaba sin domar. Lo decimos por los saltos y estrincones que daba. Tuvo, además, demasiadas pasadas en falso. A destacar de manera favorable cuando utilizó las banderillas cortas porque ahí sí se arrimó. En un torero como él no parece de recibo que permita que sus banderilleros den un sinfín de capotazos antes de que ese toro vaya a reunirse con el caballo. Como también es inconcebible que a la hora de descabellar pie a tierra, un matador de toros como es él no sepa que el toro tiene que humillar para recibir el verdugillo en condiciones.
Babelia
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