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Reportaje:

La princesa del río

Hasta los años sesenta, la nutria fue una gran desconocida en toda Europa. De este modo, señalan los especialistas, la dramática regresión que sufrió este animal de forma casi inadvertida. Durante un buen número de años fue perseguido encarnizadamente en busca de su preciada piel, por el trofeo o por reducir un presumido efecto negativo sobre la pesca. A estos factores vinieron a sumarse las graves transformaciones que sufrieron algunas de las zonas en las que habitaba, el aumento de la contaminación en los cauces y la progresiva desaparición de las presas que le servían de alimento. Justamente en los años 1984 y 1985 se llevó a cabo el primer sondeo español de nutria, para el que se revisaron todas las cuencas peninsulares. Después de visitar unos 4.000 puntos en los que se suponía la presencia de este animal, se encontraron indicios positivos en un 33,5% de los mismos. En aquel tiempo la nutria vivía en 42 de las 47 provincias peninsulares, y en Andalucía se localizaron rastros de nutria en casi un 38% de los 567 emplazamientos analizados. Diez años después, el sondeo se ha repetido. Especialistas de la Sociedad Española para la Conservación y Estudio de los Mamíferos, dirigidos por Jordi Ruiz-Olmo y Miguel Delibes, volvieron a revisar, entre 1994 y 1996, más de 4.000 puntos del territorio nacional, y en este caso la nutria dio señales de vida en un 48,8 % de las estaciones visitadas, lo que supone un claro incremento con respecto a los datos obtenidos en la década de los ochenta. Resultados del estudio Los resultados del nuevo estudio acaban de ser publicados y servirán, como advierten sus autores, para organizar, de forma racional, los programas de conservación dirigidos a esta especie protegida. Comparando los datos de ambos estudios, Andalucía es una de las tres zonas españolas, junto con el área pirenaica y la Meseta norte, en donde ha mejorado la situación de este mamífero. En concreto, se ha apreciado una recuperación importante en el Bajo Guadalquivir y otros cauces adyacentes. En Sevilla, Cádiz y Huelva, y en una pequeña parte de Córdoba y Málaga, la nutria se ha extendido de forma notable. Las cuencas más favorecidas han sido las de los ríos Odiel, Tinto, Guadalete, Guadaira, Corbones, Genil y Bembézar. En opinión de Miguel Delibes, los datos invitan al optimismo, "pero no por ello se deben echar las campanas al vuelo". Por ejemplo, señala este investigador, "el sondeo se realizó en años de mucha lluvia, de manera que los ríos llevaban un caudal importante que reducía los niveles de contaminación y aumentaba la disponibilidad de alimento". En Écija (Sevilla) hacía años que el Genil no presentaba tal cantidad de peces, y en otros ríos de campiña, como el Corbones, hacía 10 años que no se veían nutrias. "Seguramente", concluye Delibes, "la escasez de precipitaciones en los últimos meses haya provocado, de nuevo, la desaparición de las nutrias en estos u otros enclaves similares. La situación, por tanto, es muy dinámica". Como este animal se distribuye de forma lineal a lo largo de los ríos, lo más importante para asegurar su supervivencia es mantener la especie en los grandes cursos, pues desde allí puede colonizar los cauces más pequeños en años favorables, y así extenderse por todo el territorio. En este sentido, denuncia Delibes, "es penoso que no puedan vivir nutrias en el contaminado, y muy regulado, río Genil, el segundo más importante de Andalucía, motivo por el que la especie no está presente, o escasea, en una buena parte de la región". Cuando se llevó a cabo el último sondeo, la nutria aparecía a lo largo de todo el tramo bajo del Guadalquivir, desde Córdoba a Sevilla, en plena campiña. Sin embargo, para buscarla, los investigadores debían caminar, a lo largo de un buen número de metros, sobre auténticas montañas de plásticos abandonados, residuos de la intensa actividad agrícola que se localiza en estas zonas. Eliminar este tipo de vertidos incontrolados, y acometer un plan de depuración integral del Guadalquivir, con el que se viene especulando desde hace años, serían tareas muy beneficiosas tanto para la nutria como para el propio desarrollo y conservación de una importante parcela del territorio andaluz.

Centinelas de la contaminación

Aunque se desenvuelve bien en tierra firme, a donde acude para descansar o criar, la nutria se encuentra estrechamente vinculada a los ambientes acuáticos, de los que obtiene el 95% de sus presas. Si en determinados periodos históricos ha sufrido importantes disminuciones en sus efectivos es porque se trata de un animal muy sensible a determinadas variaciones en el medio, especialmente las relacionadas con las modificaciones introducidas por el hombre: contaminación, destrucción de riberas y disminución de las poblaciones de peces y cangrejos. Esta extrema sensibilidad le hace responder muy rápidamente a las alteraciones que sufre el medio, y por este motivo se considera un excelente bioindicador. Su presencia es la mejor garantía de la calidad de vida en un río, lago o marisma. Sin necesidad de recurrir a sofisticadas analíticas, la nutria indica la ausencia de contaminación y el buen estado general de los ecosistemas acuáticos. Su imagen se utiliza con frecuencia en campañas de sensibilización sobre los graves problemas que aquejan a nuestras zonas húmedas. La conservación de la especie depende, por tanto, y entre otros factores, del nivel de contaminación que presente su hábitat. En este sentido, y al margen de impulsar la depuración de aguas residuales, los especialistas reclaman una serie de medidas preventivas, como la reducción en el uso de pesticidas y otros productos químicos propios de las tareas agrícolas. El empleo de aquellos más persistentes, como los organoclorados, que causan importantes daños en la fauna acuática, debería prohibirse de manera efectiva. "Considerar la nutria como el mejor indicador de la salud de nuestros ríos es, desde luego, un buen argumento para iniciar un necesario diálogo con las administraciones hidrológicas", concluye Miguel Delibes.

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