La Iglesia ortodoxa pide la dimisión de Milosevic y un Gobierno de transición en Serbia
La Iglesia ortodoxa se está convirtiendo en el epicentro de la oposición política a Slobodan Milosevic, presidente de la República Federal Yugoslava. El Sínodo de la Iglesia ortodoxa serbia hizo público ayer un comunicado pidiendo "un Gobierno de transición" o "unas elecciones anticipadas". Los obispos ortodoxos se han acercado a la oposición, incluso lograron reunir por primera vez a sus líderes, el lunes, en la sede del Patriarcado de Belgrado. A las reclamaciones de las autoridades eclesiásticas se ha sumado el ex jefe del Estado Mayor del Ejército yugoslavo.
Unos 180.000 serbios han abandonado Kosovo desde que, en junio, acabara la guerra y llegaran las tropas internacionales de paz (Kfor). En estos meses, varios templos y monasterios ortodoxos han sido saqueados e incendiados. Quizá por eso, la Iglesia ortodoxa ha dirigido un mensaje claro a Milosevic: "Pedimos y esperamos de los presidentes de Yugoslavia [Milosevic] y de Serbia [Milan Milutinovic] que si de verdad no quieren convertir a su pueblo y al Estado en sus rehenes, llevándolos a un desastre seguro, dejen a otros tomar las riendas para sacar al pueblo del callejón sin salida en que se encuentra".En la nota aprobada por el Sínodo se compromete el apoyo a "todas las fuerzas democráticas y patrióticas en el país y sus exigencias de urgentes cambios en la sociedad, desde la formación de un Gobierno de transición a unas prontas elecciones anticipadas".
Los dos caminos que apuntan los líderes religiosos ortodoxos tratan de romper la situación que sufre Yugoslavia, con un "cada vez mayor aislamiento forzoso del país en el plano internacional, su exclusión del proceso de negociaciones y las sanciones internacionales injustas contra Yugoslavia, que llevan al desastre económico a la patria ya asolada por los bombardeos de la OTAN, y a una miseria general".
Manifestación en Belgrado
A pesar del apoyo decidido a la oposición a Milosevic, el obispo ortodoxo de Kosovo, Artemio, confirmó ayer que el patriarca Pavle no asistirá a la manifestación convocada para el 19 de agosto en Belgrado. "No es el lugar adecuado para que la cabeza de nuestra Iglesia haga pública su posición", señaló el obispo a una televisión local de Nis, en el sur de Serbia. Hasta el momento, Artemio había criticado en varias ocasiones la política de Milosevic, llegando a participar en actos políticos contra el presidente yugoslavo. Su posición se radicalizó después de que las fuerzas de seguridad serbias arremetieran contra unos 5.000 manifestantes que se habían concentrado en Valjevo, a finales de julio. "Sólo Dios nos puede ayudar. He salido de Kosovo, que está en llamas, y he llegado a Serbia, que está en la oscuridad", dijo Artemio. Inmediatamente después agradeció todos los pasos "encaminados a la destitución de Milosevic".La actitud de la Iglesia, confirmada ayer con el comunicado, ya ha irritado a las autoridades civiles y prueba de ello es el artículo publicado el martes por el diario progubernamental Borba en el que se decía: "La Iglesia y sus interlocutores se han pasado del lado de los que durante casi tres meses bombardearon como posesos Serbia y Yugoslavia".
A ese mismo lado se ha pasado el ex jefe del Estado Mayor del Ejército yugoslavo, el mismo que fuera relevado de su cargo a finales del año pasado por Milosevic. El general Momcilo Perisic, de 56 años, hizo ayer un llamamiento claro a los soldados para que no respondan a las órdenes del actual régimen: "La gravedad de nuestra situación obliga a cada patriota, en especial a cada soldado, a hacer lo posible para prevenir que el negativo camino que lleva el país prosiga". Además, Perisic insinuó la posibilidad de un levantamiento armado al decir que "si alguien tiene la tentación de usar las armas contra el pueblo, esas armas se pueden volver contra él".
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