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Lee Perry y The Wailers, estrellas en el festival U-Zona Reggae

Cristina Galindo

Las 16.000 personas que, según la organización, se han pasado este fin de semana por el U-Zona Reggae, la cita más importante de música reggae de Europa, abandonaron ayer el recinto deportivo de Torelló (Barcelona) después de tres días de música jamaicana y mestizaje. La partida fue lenta después de un sábado noche largo que alcanzó su mejor momento con The Wailers, formación famosa por haber acompañado a Bob Marley. El legendario Lee Scratch Perry, cabeza de cartel, fue el plato fuerte del viernes.El festival descargó durante la primera noche su mejor cartucho, el jamaicano Lee Perry, que, a pesar de sus 63 años, fue capaz de subirse a un escenario y sorprender al público. Perry, conocido por su indumentaria -suele enganchar compactos a su gorra y llenarse manos y cara con accesorios diversos-, entabló un diálogo con una bocina de bicicleta que hacía sonar a modo de réplica. Eso sí, entre canción y canción prefería al público. "¿Sabéis que os quiero?", repetía. La actuación del grupo barcelonés Macaco, que precedió a Perry, resultó más familiar.

El maratón musical de la primera jornada se extendió hasta las ocho de la mañana del sábado. El escenario apenas descansó nueve horas. A las cinco de la tarde del sábado, vuelta a empezar. Roots Generator fue una de las primeras formaciones del día. Por suerte, porque su cantante, Mauri, llegó tarde debido a que fue detenido en Vic (población cercana a Torelló) por los Mossos d"Esquadra. Mauri fue confundido con el autor de un robo.

Ya de noche, los jamaicanos The Wailers fueron capaces de reunir frente al escenario a más gente que ningún otro grupo. Posiblemente se debió a que todo el mundo estaba al tanto de que habían tocado con el indiscutible ídolo rastafari, Bob Marley. El cantante Michael Rose y el pinchadiscos Tippa Irie fueron otros de los músicos destacados.

A marchas forzadas

La fiesta del sábado empalmó con el domingo, y el último grupo abandonó el escenario, no sin protestas por parte de los más duros, a las ocho de la mañana de ayer. Los asistentes se tomaron con calma la retirada. Algunos se dieron una ducha y gastaron los últimos wailers (moneda oficial del festival) en un café. Algunos festivaleros, felices de vivir entre conciertos, de trasnochar y de descuidar, y mucho, su higiene personal, se aferraban al saco de dormir.Caras de sueño y resaca abandonaron poco a poco el recinto, por donde parecía que hubiese pasado Atila, rey de los hunos. Sólo se quedaron los encargados de limpiar los restos de 32 horas de música interrumpida por mucho calor, juegos malabares, actividades circenses, paseos por el mercadillo y baños en el río. Tampoco se han ido las 12.000 personas censadas en Torelló, que están encantadas con la juventud que les invade en agosto y, desde luego, con el dinero que se dejan.

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Sobre la firma

Cristina Galindo
Es periodista de la sección de Economía. Ha trabajado anteriormente en Internacional y los suplementos Domingo e Ideas.

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