_
_
_
_
Tribuna:Los incendios forestales
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Romper los mitos

La creciente atención que la sociedad dedica a la conservación del medio ambiente genera la necesidad de establecer vías de enlace entre ambos, de manera que la información sobre la realidad ambiental pueda ser accesible a la opinión pública para ser conocida y valorada de la mejor manera posible.Uno de los mayores problemas ambientales que sufre nuestra naturaleza es el de los incendios forestales provocados por el hombre. Hay incendios -como los provocados por el rayo- que son naturales y se integran entre los fenómenos que conforman el paisaje y la estructura de los ecosistemas del territorio donde se producen.

Pero el incendio forestal provocado escapa de la fenomenología natural y entra en el terreno más complejo de las estructuras socioeconómicas y políticas de un territorio, donde aparecen por diversas motivaciones.

Más información
El bosque no es marginal
Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Durante muchos años, la simplificación del problema achacaba el origen de los incendios a las especies forestales utilizadas en las repoblaciones. Parecía que ardían sólo y solas las especies de crecimiento más rápido (pinos y eucaliptos), mientras que aquellas de crecimiento más lento (encinas o robles) estaban exentas del fuego. Primero se culpaba a las especies y después a los que las utilizaban, exculpando a los incendiarios.

Hoy con los datos disponibles se comprueba que arde lo que puede arder en cada momento, en proporción a su extensión superficial, incluidas las especies autóctonas, para sorpresa de muchos que las creían incombustibles. Surge entonces la gran pregunta, una vez comprobado aunque sea a trancas y barrancas, que arde cualquier tipo de monte: ¿Quién quema el monte?

Entonces, ante la ausencia de causas probadas -sólo en los tribunales se puede demostrar la autoría y la motivación del incendiario-, cada grupo de los que crea opinión llena el vacío real de información con la causa más verosímil para sus intereses u objetivos de actuación. Aquí aparecen las "meigas" oscuras de las multinacionales madereras, los intereses urbanísticos especulativos, los aviones oficiales que arrojan objetos incendiarios, las nefastas políticas forestales de los gobiernos y otras brujas parecidas que hasta ahora nadie ha podido demostrar como incendiarios.

Si las causas anteriores no son suficientes para convencer a la opinión pública de la mala gestión de las administraciones, se recurre a aquello de que es necesaria más prevención y menos medios de extinción, que sólo sirven para crear la economía del fuego. Que es algo así como que menos hospitales y más higiene corporal. En este campo, también hay que desterrar los mitos y tópicos que abundan por ignorancia o mala fe. Es frecuente oír que los montes arden porque están sin limpiar. ¿Cree alguien que la solución para evitar los incendios del Amazonas es desbrozar o limpiar la selva?

La prevención sobre el monte tiene dos limitaciones: la económica, ya que el coste medio que supone limpiar una hectárea está alrededor de las cien mil pesetas, y la ecológica, pues no se pueden dejar los montes sin el sotobosque natural. Resta actuar sobre la prevención en el comportamiento de las personas, tanto a través de la educación forestal como de la disuasión policial, evitando la acción delictiva de los incendiarios.

La investigación policial es imprescindible para llevar adelante una política preventiva. ¿Cómo se va a hacer prevención si se desconocen las causas probadas y no hipotéticas de los incendios?

Eso de que "los incendios se apagan en invierno" será para donde conozcan las causas o los presuntos incendiarios, pues de lo contrario sólo es dar palos de ciego. Lo cierto, no obstante, es que se desconocen las motivaciones reales de los incendios forestales. Las noticias sobre incendios aparecerán rutinariamente durante el verano con más o menos intensidad, según la gravedad de sus efectos o del vacío informativo estival, y así hasta el año que viene. Porque la sensibilidad social frente al valor del monte es pequeña. En el monte quemado no hay manifestaciones. ¿Se imaginan ustedes qué ocurriría en cualquier ciudad si ardieran tres o cuatro vehículos o un par de casas todas las noches? La presión social se haría insostenible y el problema se solucionaría rápidamente. ¿Ocurre lo mismo con el monte, o está demasiado lejos de nosotros? Porque si de verdad tuviéramos esa preocupación por nuestra naturaleza, equiparable a la de los bienes urbanos, sólo sufriríamos los incendios del rayo o los provocados por negligencias, es decir el 38% en número y el 5% en superficie afectada.

En esta década de los noventa se avanzó mucho en la coordinación y en los operativos de extinción y prevención. Necesitamos la colaboración ciudadana y explicar claramente que no se puede justificar ningún incendio, no se puede legitimar ni el incendio ni al incendiario.

Juan Carlos del Álamo Jiménez es conselleiro de Medio Ambiente de Galicia.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_