EL MÉDICO EN CASA Las gafas de sol tienen que ser buenas
Hay quien se acostumbra a llevar gafas de sol y no se las quita ni para dormir. Algunos, cuando saludan, se esconden tras ellas; una evidente falta de educación que conviene corregir. Dirigirse a alguien sin quitarse las gafas de sol es como sacarle la lengua. Pero, ¿qué hay de bueno y de malo en este artilugio que protege los ojos? ¿Verdaderamente son necesarias las gafas de sol? ¿Son convenientes? ¿O sólo son un gesto estético? Quizá aporten algún beneficio a la salud de los ojos... Desde un punto de vista médico, ponerse o no gafas de sol es irrelevante. Es decir, no son necesarias, salvo que el propio médico las prescriba a causa de una alteración ocular (conjuntivitis, cataratas, etcétera). Quede claro, pues, que sólo en caso de enfermedad deben considerarse necesarias. "Es una cuestión de costumbre y de modas", señala Pedro Vélez, oftalmólogo, jefe del Servicio de Oftalmología del Hospital Virgen Macarena de Sevilla. Según Vélez, la persona que se habitúa a llevar gafas de sol ya no puede prescindir de ellas. "El iris se contrae", explica, "y, claro, cuando se las quita no soporta la luz". En general, la mayoría de quienes las usan lo hacen por estética o porque se han creado dependencia. A los ojos claros les molesta más la luz que a los oscuros; a éstos, quizá, les convenga llevar gafas de sol. Pero a los que padecen un principio de astigmatismo (que aún no han corregido porque lo consideran insignificante o porque no se han dado cuenta que lo tienen), unas gafas de sol, sobre todo si son de mala calidad, le agravarán la enfermedad. No sirve cualquier gafa de sol. Los médicos recomiendan comprarlas en las ópticas, con todas las garantías. Según Vélez, se venden gafas de sol la calle que son verdaderas aberraciones. La consecuencia de su mala calidad es que producen dolor de cabeza. Y ojo con los niños: a éstos, nada de gafas... de sol, claro.
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