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Borrico

ABECEDARIO ANDALUZLo vimos en la noria de nuestra infancia dando vueltas y vueltas, aparentemente adormecido por el rumor entrecortado del agua en los cangilones. Lo vimos subir las empinadas cuestas del pueblo con sus cargas de arena, de ramas de olivo para la tahona, formando recuas de hasta treinta ejemplares. Paciente, incansable, fiel. Pero la imagen de la torpeza, que en realidad no le corresponde, lo dejó desvalido ante los nuevos tiempos. Resistió mal la competencia de otros transportistas y hoy empiezan a ser raros. Se les ve en las cunetas, ya sin angarillas, paciendo tristemente como en un senequismo residual. Tal vez por eso es en un pueblo cordobés, Rute, donde se creó hace unos años la Asociación para la Defensa del Borrico. Y en Mijas lo han convertido en taxi para turistas. Quién iba a decir que este aliado inseparable del campesino andaluz pasaría a engrosar la lista de nuestras especies en peligro, junto al buitre negro -que antaño se lo comía-, el camaleón -que es versátil, todo lo contrario que él-, y el lince -que pasa por ser el más listo. Pero así es la vida. Borrico es palabra más andaluza que burro, ésta de dominio general, pero que tapa a otros términos más locales, literarios o anticuados: asno, jumento. Y también esconde la distinción entre la Andalucía occidental y la oriental. En ésta ha prosperado la Pollinica del Domingo de Ramos, mientras que en la occidental los niños acuden ese día a contemplar la Borriquita. En Úbeda prefieren el diminutivo más castellano, borriquilla. Y en la Andalucía central sobrevive como puede un rucho. De niños y de un burro trotón y coqueto va también la fábula que se sacó de las marismas Juan Ramón Jiménez. Tan popular se ha hecho este Platero que casi se ha convertido en un sinónimo más de la especie en diminutivo. Y su derivado, Platerillo, la mascota de Andalucía de los Niños, en Expo-92, también hizo las delicias de hasta los de noventa años. En realidad es ahí, en el reino de las fantasías, donde pervive, capaz de ganarle en los cuentos populares al mismísimo león, y al lobo. Pero sobre todo es símbolo de la inhumanidad de los humanos cuando éstos lo abandonan en el monte, viejo y lleno de mataúras. Qué burros somos. A. R. ALMODÓVAR

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