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Reportaje:

"Falcon Crest" a la vasca

Emilio Irusta no es Richard Channing, pero está cortado por el mismo patrón: es un nuevo rico, ávido de dinero y caché social, muy escaso de escrúpulos, un personaje odiado a la vez que fascinante para los telespectadores. En éste y en otros muchos aspectos, Señorío de Larrea, la serie que estrenará ETB en octubre, podría compararse con Falcon Crest. Pero su director, Claudio Crespo, no desea establecer paralelismos por aquello de lo abominable de las comparaciones. Sólo anuncia: "Señorío de Larrea puede constituir una sorpresa". Aunque sólo se refiera al formato y el estilo que se ha elegido para su elaboración, esta serie ya tiene algo de especial. No hay ni un solo decorado, todo se desarrolla en espacios naturales, principalmente en La Rioja alavesa (Samaniego, Laguardia, Oion...), además de Neguri y las tres capitales vascas. Esto obliga a utilizar un formato cinematográfico -poco usual, salvo en series estadounidenses-, con sonido directo, lo cual eleva el tiempo de rodaje y el coste de la producción. La elección de esos escenarios no es caprichosa. La serie pretende explotar la belleza intrínseca del extremo Sur del País Vasco, y transmitir el mensaje de que "todo se puede hundir, pero la tierra continúa, siempre permanece". "La gente de aquí lo sabe perfectamente, lo lleva dentro", explica Juan José Romano, uno de los autores de la idea original y miembro del equipo de 15 guionistas que participan en el proyecto. "Como hizo Blasco Ibáñez con Cañas y barro, ahora queremos abrir La Rioja alavesa, mostrando la cultura del vino, su belleza física y espiritual", añade Crespo. La propia Rioja es uno de los elementos fundamentales de la trama. No hay un protagonista absoluto, sino que la cámara persigue a muchos personajes. En esto, también comparte ciertos parecidos con su hermana Goenkale, la serie de mayor éxito en la historia de Euskal Telebista, que ya se asoma a los mil capítulos. Las dos han nacido bajo el paraguas de la productora Pausoka. Eso sí, Señorío de Larrea, por las propias limitaciones de su formato, no aspira a tanta longevidad. En los 63 capítulos que se han firmado por ahora -jamás se cierran las puertas a que continúe- se cuenta la historia de varias familias, contada entre viñedos y salpicada de intrigas y venganzas personales. "Es un choque entre el urbanita y el telúrico, entre el negocio de un despacho y la vida en una zona como La Rioja", comenta Romano. Los tres primeros capítulos se emitirán semanalmente y tendrán una duración especial, de una hora, para introducir a la audiencia en la materia. El resto, de 30 minutos, serán diarios. La idea surgió a finales del año pasado y el rodaje comenzó a principios de junio. Desde entonces se rueda de lunes a viernes y por separado, en dos equipos de realización diferentes, para agilizar la complicada producción. Tan complicada que la filmación no se acabará hasta noviembre. Para entonces la serie habrá dado muchas vueltas, aunque aún no se conoce el final.

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