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Reportaje:

Al aire libre y con ambigú

POSTALESHubo un tiempo en que cada barrio de Sevilla tenía su cine de verano, un lugar de esparcimiento para refrescar los calores estivales con bebidas de selecta nevería, una ocasión para el encuentro y la charla entre vecinos y amigos con una pantalla al fondo. En la Alameda de Hércules existieron, a mediados de siglo, un par de cines al aire libre, sin zona acotada ni taquilla, sin ni siquiera asientos. El peliculero llegaba con su proyector en un carrito, colocaba una pantalla y los vecinos sacaban las sillas de sus casas. En la década de los setenta había en la ciudad cerca de 60 cines de verano, una tradición que perdió la batalla ante la vorágine constructora y la crisis del cine. El año pasado, el último exponente de esta forma de ocio estival, el Avenida, sucumbió también ante los intereses urbanísticos. Javier Rubio, hijo de un empresario cinematográfico -su padre regentó durante 25 años el cine Palmera-, venía acariciando hace tiempo la idea de montar un "auténtico" cine de verano. Desde el 28 de junio, día en que se inauguró con Torrente, el brazo tonto de la ley, el Columnas de Hércules viene proyectando una película diaria.Situado en la Alameda, sobre un terreno cedido en uso por el Instituto Municipal de Deportes y cuya propiedad ostenta el Ministerio de Defensa, es el único cine de verano de la ciudad, si se exceptúa el ciclo que la Diputación organiza en agosto. Con un aforo de 900 asientos, la sala estará en funcionamiento hasta el 12 de septiembre. "Se trataba de una apuesta personal no sólo por la difusión del cine, sino sobre todo por recuperar una tradición tan sevillana", comenta Rubio, socio de la empresa Producciones Culturales y Deportivas que ha puesto en marcha el proyecto. Como toda sala de este tipo que se precie, el Columnas de Hércules tiene su ambigú, con "selecta nevería", según reza la publicidad. "Así se anunciaban antes las barras de estos cines", recuerda. A saber: "Tomatitos aliñados, tortilla de papas, picadillos, montaditos... Las típicas tapas veraniegas". Y las cervezas, tintos de verano y refrescos. Rubio, de 40 años, funcionario, es cinéfilo por herencia familiar. "Yo crecí junto a una cabina de proyección", afirma. "A los cinco o seis años ya me metía en la cabina del cine Palmera. Allí pasaba el tiempo cortando y ensamblando rollos de película, manipulando las máquinas de carbón". Hasta los 17 años fue operador de la desaparecida sala. "Aprendí el negocio de la exhibición, la relación con las distribuidoras, y sobre todo, la afición al cine". Tras montar a finales de los ochenta el cine Maestranza y otro más, también al aire libre, en el Prado de San Sebastián, el empresario se muestra convencido de que la Alameda es el lugar idóneo para retomar esta iniciativa. "Ya no quedan espacios abiertos como éste en Sevilla. Es un lujo". La programación se ha adaptado a todos los gustos: comedias, películas de acción, cintas infantiles, cine de autor y español. Respetuosa con la tradición hasta en los pequeños detalles, la nueva sala se anuncia con un cartel que imita a los de los años 60, con las estrellas pintadas con aerógrafo: Gary Cooper, Rita Hayworth y una mujer que parece ser Marilyn Monroe alrededor de un rollo de celuloide.

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