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Antonio Mercero gana el premio del jurado en el Festival de Cine de Moscú

'El deseo de vivir', de Kaneto Shindo, mejor película del certamen

No contaba entre las favoritos, pero, finalmente, La hora de los valientes, de Antonio Mercero, ganó ayer el premio especial del jurado del XXI Festival Internacional de Cine de Moscú. Este particular homenaje al Museo del Prado, galardonado porque "defiende el arte y la cultura frente a los horrores de la guerra", se sitúa en el palmarés junto al japonés Kaneto Shindo, que, a sus 87 años, obtuvo el premio a la mejor película con El deseo de vivir, una mirada entre triste e irónica al mundo de la vejez.

El jurado -presidido por el argentino Fernando Solanas y en el que figuraba el español Antonio Giménez-Rico- deliberó durante siete horas y media y otorgó el otro premio importante en juego (a la mejor dirección) al islandés Agust Gudmundsson, por un filme casi etnográfico, El baile, que supuso un soplo de aire fresco y sencillez en un festival dominado por producciones insignificantes y, lo que es aún peor, pretenciosas. Entre estas últimas cabe destacar la greco-franco-portuguesa Black-out, de Menelaos Kramaghiolis, y la norteamericana Guinevere, de Audrey Wells. Ambas justifican que un miembro del jurado respirase de alivio cundo concluyó su trabajo, al que calificó de "auténtica tortura".Los premios a las mejores interpretaciones se concedieron a la francesa Catherine Frot, por La diletante, de Pascal Thomas, y a Farhat Abdraimov, por Fara. Alain Delon fue galardonado por su contribución a la cinematografía mundial.

El palmarés ha sido injusto con dos películas: la finlandesa Emboscada, de Olli Saarela, ambientada en la guerra fino-rusa que estalló en 1939, y 6-3, del húngaro Peter Timar, un singular regreso al pasado que refleja el contraste entre la Hungría de hoy y la de la era comunista.

El fracaso más clamoroso es el del italiano Mario Monicelli, ignorado por el jurado y destrozado por la crítica, que ni siquiera ha reconocido a Trapos sucios el único mérito que tiene: que es divertida. Bien es cierto que sólo a ratos.

Evacuación del Prado

Quien estaba contento como unas pascuas era Mercero, orgulloso de compartir palmarés con Kaneto Shindo. La hora de los valientes, comenta, surgió de la lectura de las memorias de Manuel Azaña y del relato que el presidente de la República hace de cómo se pusieron a salvo, mediante una azarosa evacuación, las obras maestras del Museo del Prado, amenazadas por los bombardeos de la aviación franquista.A Mercero le habría gustado seguir toda la peripecia de los cuadros, pero se habría salido de presupuesto. Por eso se conformó con un proyecto más modesto, centrado en un celador anarquista del museo que proteje, aun a costa de su vida, un autorretrato del pintor de las Majas. Gabino Diego, que da vida a ese personaje, se mostraba encantado de que le parasen por las calles de Moscú para felicitarle por su trabajo.

El cineasta Nikita Mijalkov, alma máter del festival, pretendía que esta edición marcase la resurrección de la muestra. No logró su objetivo. Pese a proyectarse más de 300 películas, en multitud de ciclos paralelos, faltó lo más importante: reunir un buen ramillete para la sección competitiva. La muestra, hasta ahora bianual, pasa a ser anual. Una apuesta fuerte para una Rusia en crisis y que, según algunas gentes del negocio, como Antonio Mercero, tendría más posibilidades de ganar si apostase por la especialización.

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