ACNUR denuncia los síntomas de una campaña de represión sistemática contra los serbios en Kosovo
Secuestros, asesinatos, quemas de templos ortodoxos y expulsiones forzadas son algunas de las expresiones de venganza que están sufriendo los serbios de Kosovo a manos de sus vecinos de origen albanés. Unas represalias que, según el portavoz del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Kris Janowski, "pueden responder a una campaña de represión sistemática contra la población serbia". A juicio de Janowski, "el asunto más crucial en estos momentos es proteger a la minoría serbia". A tenor de los datos de ACNUR, las fuerzas internacionales (Kfor) no han conseguido este objetivo.
La cadencia y repetición de los actos de venganza inflingidos por los albanokosovares han llevado a ACNUR a deducir que pueden estar orquestados. "Unas 50 casas y viviendas de serbios han sido quemadas y destruidas en los últimos días en la localidad de Prizren [al sur de Kosovo], en lo que parece ser una campaña sistemática contra este grupo étnico", relató Janowski. Las principales represalias han acaecido, además de en la capital de la provincia serbia, Pristina, en las ciudades de Prizren y Orahovac (centro de Kosovo). Precisamente en los mismos lugares donde el régimen del presidente yugoslavo, Slobodan Milosevic, ejerció con mayor virulencia la limpieza étnica. Una represión que provocó la huida de cerca de un millón de albanokosovares. La agencia de Naciones Unidas ha registrado un rosario de atrocidades de las que dio cuenta ayer Janowski en la sede central de la entidad, en Ginebra. En uno de ellos, dos serbios fueron secuestrados el pasado lunes en un centro de ACNUR en Pristina. Cinco hombres vestidos de negro que portaban transmisores de radio se los llevaron. El resto de los serbios que se refugiaban en el lugar, 28, fueron evacuados por funcionarios de Naciones Unidas. Según Janowski, se encontraban aterrorizados.
También en Pristina, de acuerdo con el relato del miembro de ACNUR, una docena de casas y una iglesia ortodoxa fueron incendiadas, lo que causó la muerte de tres serbios. En la región que rodea la ciudad de Mitrovica (norte de Kosovo), ancianos de origen serbio y cíngaro fueron expulsados de sus casas a la fuerza, y tuvieron que refugiarse en las montañas. Para alcanzar las colinas, la agencia de Naciones Unidas calcula que los desplazados hicieron a pie 80 kilómetros. Janowski explicaba ayer, además, que los incendios y los robos se han convertido en algo cotidiano en Kosovo. Especialmente en Prizren. ACNUR asegura que, además de las 50 casas incendiadas, el seminario ortodoxo, que acoge a 164 personas, también ha recibido amenazas. Y eso a pesar de la presencia del contingente alemán en la zona. Lo mismo ocurre con el templo de esta confesión en la ciudad.
Detenciones estadounidenses
La propia Kfor ha reconocido que en las últimas 24 horas los incidentes se están multiplicando. Las tropas estadounidenses, instaladas al este de Kosovo, arrestaron ayer a 13 albanokosovares, supuestos miembros de la guerrilla del Ejército de Liberación de Kosovo (ELK): el grupo llevaba escondidas bombas incendiarias, granadas y armas automáticas. Un portavoz de la Kfor, que no facilitó su identidad, reconoció que "lo más probable es que fueran a prender fuego a alguna casa". Los militares holandeses han tomado una medida drástica para prevenir los brotes de violencia: ofrecen protección durante las 24 horas del día a los serbios de Orahovac y las aldeas vecinas en lo que se ha convertido un gueto.
En la región controlada por las tropas italianas y españolas también se han producido actos de revancha. A principios de mes, seis serbios que habían pedido protección al contingente español, y estaban dispuestos a abandonar la provincia, fueron asesinados. Sin estos seis serbios, una caravana con 74 personas de etnia gitana, la mitad de ellas niños, partió escoltada por cuatro vehículos de la Legión, uno de ellos habilitado como ambulancia: se trataba de una evacuación en toda regla por el temor de los gitanos a los albanokosovares, que les acusaban de haber colaborado con los serbios en sus actos de represión: habían recibido amenazas de muerte. El poblado gitano se encontraba a escasos 50 metros del cuartel español, y el teniente coronel José María García Valón no consiguió convencerles de que no huyeran. Una prueba más de la imposibilidad de la Kfor para cumplir los objetivos de la intervención aliada y ofrecer un entorno de seguridad en una región multiétnica.
Este fracaso ha llevado a que, según los datos de ACNUR, la mitad de los serbios que se encontraba en Kosovo antes de comenzar la guerra el pasado 24 de marzo haya abandonado la provincia. De los 200.000 serbios -conformaban un 20% de la población de la provincia-, apenas quedan unos 100.000.
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