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Reportaje:

Nuevos rostros para una nueva vida

Seis mujeres desfiguradas con ácido sulfúrico regresan a Bangladesh tras ocho meses de cirugía en Valencia

A Clara Namita Halder, de 29 años, el ataque de un miembro del clan enfrentado a su padre le hizo perder la vista. Josna Begun, de 18, fue agredida por su marido tras no ponerse de acuerdo las familias con el precio de la dote. Roma Akter, de 16 años, sufrió su ración de castigo por rechazar las insinuaciones de su pretendiente. Todas ellas fueron víctimas del cruento modo en el que en muchos casos se dirimen las diferencias en Bangladesh: el atentado con ácido sulfúrico, materia extraída en la mayoría de las ocasiones de la batería de algún vehículo. Para ellas, y para otras tres mujeres desfiguradas por el odio irracional, el futuro vuelve a llenarse de esperanza tras ocho meses de intervenciones quirúrgicas en Valencia. Estas seis mujeres de la antigua colonia británica de Bangladesh, algunas de ellas niñas todavía, han recuperado su dignidad, su autoestima y sus ansias de vivir tras las gravísimas secuelas físicas y psicológicas provocadas por el ácido en sus rostros y en sus cuerpos. La cirugía practicada a estas mujeres por un especialista valenciano, Vicente Mirabet, y su equipo de colaboradores en el hospital privado de Aguas Vivas, próximo a Alzira, ha logrado recuperar en ocho meses parte de su aspecto exterior.

Con Clara Namita Halder, la mayor del grupo, el equipo de cirujanos plásticos de la clínica Corporación Dermoestética, que sufraga la totalidad de los gastos generados por el tratamiento médico-quirúrgico, tuvo que recurrir a los implantes para cubrirle las órbitas de los ojos. Se le ha reconstruido la nariz, corregido la alopecia, además de injertado los labios y practicado la cirugía en su mano izquierda. A esta mujer, lo que menos le preocupaba era su aspecto estético; lo que persigue es recuperar la funcionalidad de sus extremidades para proseguir con su trabajo de profesora en un centro de discapacitados, donde comenzó a rehacer su vida tras sufrir la agresión.

A Josna Begun, las graves quemaduras le dejaron el cuello totalmente inmovilizado. Los cirujanos se lo han reconstruido con su propia piel, extraída de las extremidades. Los injertos en los labios le han devuelto la funcionalidad de la boca, además de recuperar la nariz mediante microcirugía.

A Nurun Nahar, de 17 años, cuyo pretendiente no le perdonó que le rechazara, el ácido sulfúrico le dejó sin nariz, oreja ni párpados. Por ello necesitó una reconstrucción muy compleja de su órgano olfativo, recurriendo a la piel de su frente y al implante del pabellón auditivo.

A Roma Akter, el rostro más occidental del grupo, el sulfúrico le inmovilizó la cabeza, que permanecía pegada al hombro izquierdo, le produjo una considerable desviación de la boca que le impedía masticar y le abrasó totalmente una oreja. Hoy ha recuperado la movilidad del cuello gracias a un tratamiento con láser.

Otra víctima de la disputa entre clanes de familiares por la propiedad de unas tierras fue la niña Khadiza Akter, de 14 años. El doctor Roberto Moltó, que viajará pronto a Bangladesh para traer a España a otro grupo de mujeres, la mostró ayer en el hospital como ejemplo "del cambio psicológico tan positivo que manifiesta su actual expresión".

Pero sin duda el caso que más conmocionó a los cirujanos y al personal del centro hospitalario fue el de la pequeña Mosammat Monira, de 12 años. Esta niña fue agredida a los 10 por su marido, que decidió quemarle el rostro porque sus padres se retrasaban en el pago de la dote. Monira, la más dicharachera y guapa del grupo, irradiaba ayer luz en su rostro cuando compareció junto a sus compañeras ante multitud de cámaras fotográficas y de televisión que intentaban captar su satisfacción. Durante su estancia en el hospital, la niña bangladeshí ha devorado con avidez los programas de dibujos animados que emitía la televisión y se ha hecho popular en el centro sanitario por los centenares de partidas de parchís que ha disputado. En su idioma nativo, y con total desparpajo, dejó claras sus intenciones para cuando regrese, el próximo día 20, a su aldea en Bangladesh. "Quiero volver a la escuela, cursar estudios superiores y buscar posteriormente trabajo".

Como el resto del grupo, Monira necesitó un mes largo para superar la nostalgia de su familia y para adaptarse a los menús valencianos, algo que lograron hasta el punto de compartir más de una paella con los vecinos de La Barraca d'Aigües Vives, pedanía de las poblaciones de Alzira y Carcaixent.

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