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Los conservadores reconquistan las calles de Teherán y anuncian una fuerte represión

Las fuerzas duras y conservadoras del régimen de los ayatolás reconquistaron ayer las calles de Teherán, poniendo aparentemente punto final a la revuelta de los estudiantes, que ha durado seis días. Cerca de un millón de personas, según la agencia oficial Irna, se reunieron por la mañana en el campus de la universidad en una prueba de fidelidad al Guía Supremo de la Revolución, Alí Jamenei, y de condena al movimiento reformista y liberal que lidera el presidente Mohamed Jatamí. Un portavoz del sector inmovilista anunció solemnemente una operación de limpieza para deshacerse de los enemigos de la revolución islámica.

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La sociedad conservadora de Teherán en pleno, fiel e incondicional seguidora del Guía Supremo de la Revolución, se dio cita ayer por la mañana en el campus de la Universidad de Teherán, escenario, en los seis últimos días, de la revuelta más importante que ha vivido el país en los últimos 20 años, que ha sido protagonizada por universitarios liberales y reformistas, y que se ha saldado con al menos seis muertos y centenares de heridos. Los manifestantes, muchos de ellos traídos de las ciudades cercanas de la capital, blandían retratos de los líderes históricos de la revolución, pero sobre todo agitaban carteles en los que de nuevo se podían leer los viejos y conocidos lemas de condena a Estados Unidos, a Israel o piden la muerte a los munafiquen -en farsi, hipócritas-, un término utilizado para aludir a los activistas del grupo opositor Muyahidín-e Jalq que actúa contra el régimen desde Irak. Muchos de los componentes de la manifestación, en su camino hacia la sede de la universidad, repartieron flores a los soldados del Ejército, a la policía, a los Guardianes de la Revolución, a los basiyis -los militantes islamistas voluntarios- en muestra de agradecimiento por la represión ejercida contra los estudiantes y los supuestos provocadores que en las últimas jornadas atacaron el centro de la ciudad y causaron daños en edificios oficiales.

"Nuestra revolución necesita una gran limpieza y esto va a hacer evolucionar el régimen y la revolución", aseguró desde el púlpito y dirigiéndose a la multitud, el hoyatolestam -un grado inferior de ayatolá- Hasan Ruhani, vicepresidente del Parlamento y secretario del Consejo de Seguridad Nacional -el máximo órgano responsable de la seguridad interior y exterior de Irán-, dirigiéndose a una multitud enfervorizada que ocupaba la explanada.

El religioso leyó lentamente a los reunidos un largo discurso de siete puntos en el que se comprometió a abrir una información para conocer "las raíces profundas" de la revuelta estudiantil, pero en el que, al mismo tiempo, anunció mano dura contra los sectores "contrarrevolucionarios", a los que calificó de "bandidos y agitadores" y a los que acusó también de estar a sueldo de las potencias extranjeras. "Aquellos involucrados en las revueltas de los últimos días, en la destrucción de propiedades públicas y en los ataques contra el sistema, serán juzgados y castigados por atentar contra Dios y expandir la corrupción", amenazó Ruhani. Ambos crímenes están castigados con la pena de muerte en Irán.

Manifestaciones similares de desagravio y apoyo a la cúpula conservadora del régimen se llevaron a término en diversas ciudades del país, donde, de manera coordinada, volvieron a sonar los mismos gritos de "Muerte a América", "Muerte a Israel", "Muerte a los hipócritas" o "Mi vida pertence al Guía Supremo". Todas estas manifestaciones fueron convocadas y preparadas por la Organización de Propaganda Islámica, la principal plataforma de comunicación del régimen religioso.

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Las fuerzas liberales del régimen, con el presidente Mohamed Jatamí a la cabeza, han optado por una retirada estratégica, en un intento desesperado por salvaguardar el proceso de reformas iniciado hace dos años y que tratarán de reforzar y consolidar dentro de siete meses cuando se celebren en Irán las próximas elecciones legislativas.

El repliegue de los liberales tuvo como prólogo unas inesperadas declaraciones del presidente liberal Jatamí, quien, a través de los medios de comunicación, había condenado a los sectores radicales de la revuelta tildándolos de "desviacionistas" que "deben ser reprimidos con fuerza". Era, en definitiva, la única salida posible de un hombre pragmático que daba por perdida la batalla de la calle y cuya única esperanza se encuentra en las urnas.

Los estudiantes liberales de Teherán, sin embargo, no dan por acabada su revuelta. Ayer, la Asociación de Estudiantes (la principal organización de alumnos) pidió oficialmente al Gobierno que abra unas negociaciones, ofreciendo como contrapartida un paréntesis en sus movilizaciones y amenazando, sin embargo, con volver a la calle el próximo domingo.

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