El líder del PP ceutí dice que le ofrecieron una casa en Marbella a cambio de su voto
El presidente del PP de Ceuta, Ricardo Muñoz Rodríguez, denunció hace dos semanas, en el Comité Ejecutivo Nacional del partido, que había recibido llamadas, anónimas y de amigos pertenecientes al GIL y residentes en Marbella, en las que, entre otras "comodidades" a cambio de su apoyo, se le llegó a ofrecer una casa en el centro de esa localidad. También advirtió de que miembros del GIL habían tentado a ediles del PP de Ceuta con ofertas "milmillonarias". El partido de Jesús Gil sólo precisa de un voto ajeno para construir una mayoría absoluta en Ceuta distinta a la fraguada entre el PP, el PSOE y las fuerzas localistas. El propio Gil se ha atrevido a asegurar que esa ciudad será gobernada por su partido en un par de meses, algo que ha desatado las alertas en las cúpulas del PP y del PSOE.
En el PP, además, están preocupados por la información que suministró Muñoz el 2 de julio, una jornada antes de la constitución de los municipios y las dos ciudades autónomas. Muñoz quiso advertir sobre la gran cantidad de medios de que había dispuesto el GIL durante la campaña en Ceuta y sobre el sinfín de llamadas anónimas y amenazantes que recogieron en ese periodo los candidatos populares.
Muñoz relató que uno de los interlocutores del GIL le comentó que no era de recibo que el presidente del PP de Ceuta dispusiese de una casa modesta en las afueras de Marbella y que sería más apropiado que la disfrutase en pleno centro. Tras esta denuncia, el pasado fin de semana el portavoz del PP, Rafael Hernando, denunció que el GIL había intentando comprar a varios ediles de su partido. Gil retó ayer a Hernando a probar esa afirmación y descalificó al PP por usar "métodos gansteriles" para acabar con él.
Esas llamadas no se han reproducido desde la constitución de la corporación ceutí el 3 de junio. Muñoz ha restado ahora trascendencia a estos ofrecimientos y ha señalado que también los recibieron los concejales del PSOE. Y comentó que los integrantes de los partidos locales de corte musulmán fueron sometidos a contravigilancia en las jornadas previas a la sesión de investidura para evitar que fueran coaccionados o amenazados.
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