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LA MONUMENTAL

Ponce explotó

Este año hay suerte en Barcelona, porque los carteles sobre el papel más fuertes responden luego a las expectativas. Y en éste explotó Ponce. ¡Por fin!, porque de su actuación anterior y de la que tuvo en su primer toro parecía deducirse que estábamos ante un Ponce sin ambición, escesivamente conformista y muy en comparsa de El Juli. Su primero no acabo de romper, pero el torero tampoco. La vibrante actuación de El Juli en el tercero pareció actuar a modo de espoleta retardada y así Ponce explotó en el quinto, un noble y flojo ejemplar de Torrealta, al que había que hacer muy bien las cosas, para que acabase estregándose como lo hizo, ante la poderosa e inteligente muleta del valenciano, que hasta se enfadó y se rompió en unas extraordinarias series con la diestra. Enrique Ponce supo también que no siempre podía obligarse mucho al estado, de ahí la alternancia entre el poderío y la suavidad. Faena elegante, torera y sabia, finalizada con sus característicos ayudados por bajo. Pinchazo y gran estocada y justo premio de dos orejas. César Rincón vino a dar la cara y a desmentir a quienes parecen querer enterrarlo prematuramente. Por lo visto ayer, hay rincón para rato. En el sobrero, muy bien picado por Antonio Pinilla, volvió a citar de lejos y a aguantar sin pestañear y con mando la embestida del astado. Faena muy torera, muy de verdad, entendiendo muy bien al de Los Bayones, que se venía de lejos, pero que recortaba la embestida al segundo muletazo. El cuarto tuvo problemas, porque era tardo y daba tornillazos. El colombiano no se cansó de estar en la cara del animal, al que hasta extrajo algún muletazo de mucho mérito y lo mató de una gran estocada.

Torrealta/ Rincón, Ponce, Juli

Cinco toros de Torrealta, de juego desigual y uno (1º) de Garcigrande, devuelto a los corrales y sustituido por un sobrero de Los Bayones, boyante. César Rincón, oreja y vuelta al ruedo. Enrique Ponce, aviso con ovación y dos orejas. El Juli, dos orejas y ovación. Plaza Monumental. Barcelona, 11 de julio. Tres cuartos de entrada.

El Juli fue un ciclón en el tercero, de salida, en un vistoso quite y en un vibrante tercio de banderillas. Muleteó con igual vibración y también con aguante y capacidad improvisadora, aunque casi nunca quedase colocado después de un muletazo para dar el siguiente. Estocada entera y dos orejas al esportón. El sexto tenía problemas (no humillaba, era soso y punteaba los engaños). El Juli ni entró en quites ni puso banderillas. Parecía algo aturdido después de la anterior lección de Ponce y con la muleta estuvo decidido, pero sin poder conseguir especial lucimiento.

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