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LA NUEVA IZQUIERDA EUROPEA

Los reveses electorales dejan a D'Alema en manos de los centristas

El ascenso de Romano Prodi en Europa debilita al primer ministro italiano

El primer ministro italiano, Massimo d'Alema, tiene problemas. Los recientes reveses en las elecciones europeas y municipales -como la pérdida de Bolonia- y el papel ascendente de su rival en la coalición, Romano Prodi, han minado de forma considerable sus expectativas de sucederse a sí mismo. El partido de Prodi, más indispensable que nunca, pone condiciones draconianas; D'Alema analiza apoyos alternativos con la Liga Norte y los comunistas.

De un lado, el exprimer ministro Romano Prodi, flamante presidente de la Comisión Europea, cuyo recién creado partido Los Demócratas ha conquistado un valioso 8% en las recientes elecciones europeas; del otro, Massimo D'Alema, primer ministro y hasta no hace mucho líder del principal partido de la izquierda italiana, el de los Demócratas de Izquierda (DS), vapuleado por sus electores en la misma consulta y cuyas perspectivas de convertirse en el candidato de la coalición en las próximas elecciones generales son cada vez menos claras. Los tiempos en los que D'Alema atormentaba a Prodi haciendo política de Gobierno desde su despacho de Botteghe Oscure, sede del partido en Roma, han pasado a la historia. Ahora es il proffesore, como se le conoce a Prodi, el que da las órdenes desde Bruselas, adonde llegó catapultado por D'Alema, ansioso por quitarse un obstáculo del medio.

Lo malo es que el obstáculo parece haber crecido con la distancia. Mientras los diesinos se lamen las heridas de la última derrota: la pérdida de Bolonia -la ciudad roja por antonomasia- en las recientes elecciones municipales, los demócratas aprietan las tuercas a la coalición de centro-izquierda.

Mientras Walter Veltroni, secretario general del ex comunista PDS, se desvive por aunar posiciones y prepara una cumbre de líderes de los partidos del Olivo (la coalición triunfadora en las elecciones de 1996), Arturo Parisi, fiel colaborador de Prodi, pone condiciones difíciles de digerir a los demás socios.

Prodi, rechazado por el ex presidente de la República Francesco Cossiga cuando en octubre intentó reagrupar un Gobierno con las fuerzas arrancadas al centro-derecha, ha regresado a la escena política italiana. Sin sus demócratas, la coalición de centro-izquierda tiene pocas perspectivas de sobrevivir en el Gobierno, y mucho menos de triunfar en las elecciones. La reunión preparatoria del Olivo 2, prevista para el 16 de julio, tendrá que ser pospuesta porque los demócratas exigen reuniones bilaterales previas, mirando siempre con desconfianza a los socios desgajados del centro-derecha, las fuerzas de Mastella y Butiglione, este último sostenido por Cossiga.

El profesor quiere que el nuevo Olivo nazca con un DNA común, que no haya disidencias permanentes sobre todas las cuestiones, como ocurre ahora. Y, sobre todo, dicen las malas lenguas, no quiere que sea D'Alema el candidato de la coalición para el 2001.

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Desde su trono comunitario, Prodi parece decidido a patrocinar a su antiguo vicepresidente en el primer Gobierno del Olivo, Walter Veltroni, hoy convertido en secretario general de los Demócratas de Izquierda y uno de los más duros críticos del primer ministro tras la pérdida de Bolonia.

Veltroni, un clintoniano confeso, un defensor de la tercera vía que se afana en caerle bien a todo el mundo y se presenta como el rostro simpático de la izquierda ex comunista, es el verdadero candidato de los prodianos. No todo está perdido para D'Alema. El primer ministro corteja ahora a una maltrecha Liga Norte, la federación de partidos separatistas dirigida por Umberto Bossi, que ha perdido en las últimas elecciones europeas más de la mitad del apoyo electoral del que gozaba, y al centro-izquierda: el Partido de Refundación Comunista (PRC) de Fausto Bertinotti. Después de todo, los neocomunistas que dejaron caer el Gobierno de Prodi en octubre no han obtenido ningún fruto electoral a cambio de su sacrificio purista.

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