La Comisión Prodi

EL COLEGIO de 20 comisarios que il professore presentó ayer en Bruselas recibe el nombre de Comisión Prodi, pero no es su Comisión. Los Estados, especialmente los de más peso, le han impuesto no sólo los titulares, sino, en buena parte, el reparto de las carteras. Así se explica que queden tan estrechamente vinculados sus intereses con sus comisarios y las carteras que éstos asumen: un alemán para llevar la ampliación al Este, un francés para el comercio cuando se avanza hacia la Ronda del Milenio, un británico para las relaciones exteriores y un italiano, además del presidente, para la segunda cartera en importancia, la de Competencia. Como quinto país en población y peso económico, España sale bien parada, aunque sus dos comisarios tengan menos control sobre las partidas de gastos de lo que hubiera deseado el Gobierno. Loyola de Palacio ocupa la segunda vicepresidencia -la primera mujer que logra tan alto puesto- y asume la gestión de un tema tan delicado como las relaciones con el Parlamento Europeo -una de las prioridades enumeradas por Prodi-, además de Transportes y Energía. Pedro Solbes se encargará de Asuntos Económicos y Monetarios, una cartera que ganará importancia a medida que se desarrolle la Unión Económica y Monetaria.

El Parlamento Europeo tendrá que haber juzgado para el 15 de septiembre la idoneidad de los comisarios que presenta Prodi. Aunque hay indicios de un posible encontronazo institucional, sería una irresponsabilidad que la Eurocámara echara abajo algunos de estos candidatos sólo para afianzar su poder. No es lo que necesita la nueva Comisión, que cuenta con políticos de peso y de capacidad técnica para esa "era de cambio" que augura Prodi y que habría de llevarla a recuperar su sentido supranacional y una imagen destrozada por los recientes escándalos.

Las dos prioridades que Prodi proclama -reforma institucional y relaciones con el Parlamento- pueden devolver a la Comisión el prestigio perdido. Prodi ha manifestado que se involucrará tanto en la política económica como en la política exterior, lo que augura algún tipo de contradicción con la figura del señor Pesc.

Entre los escándalos pasados no es el menor el caso Bangemann . En una decisión sin precedentes, el Consejo de Ministros de la UE ha decidido llevar al comisario saliente de Industria, Tecnologías de la Información y Telecomunicaciones ante el Tribunal de Justicia de la UE, tras su aparatoso fichaje por Telefónica cuando aún no había abandonado su despacho de Bruselas. El Tratado obliga a los comisarios a "los deberes de honestidad y discreción, en cuanto a la aceptación, una vez terminado su mandato, de determinadas funciones o beneficios". La máxima sanción aplicable sería la pérdida de la pensión -generosa- que la UE otorga a sus ex comisarios. Pinchado el balón de quien Villalonga describió como "el Ronaldo de las telecomunicaciones", sería bueno para la credibilidad de la UE, y seguramente para la propia Telefónica, que se cancelara este contrato.