Marcianos
DE PASADAQuinientas criatura de Dios subieron a un monte de Granada el 7 de julio, día de san Fermín, a esperar a los marcianos. Mientras desaparecían las últimas claridades, los 500 contribuyentes se dispersaron por la cima de la montaña, desdoblaron mantas y cobijas y se tendieron en ellas para escrutar cómodamente el cielo, con la esperanza de saludar con la mano durante la larga noche a algún viajante de comercio de Venus o un turista de Plutón. Pero no se presentó nadie. Ni siquiera Dios se apareció a sus criaturas. Desde hace 13 años estos avistadores de ovnis -que de este modo tan raro se hacen llamar- concurren a saludar el día de san Fermín a los marcianos, pero los marcianos nunca se han presentado. Ni siquiera han excusado las ausencias. Quizá los marcianos no conocen nuestras reglas de cortesía y creen que la disculpa es el nombre de una diosa condescendiente y no un deber de urbanidad. O pudiera ser que los extraterrestres en esa fecha estén corriendo toros en Pamplona. De hecho Jorge Oyadenel, el coordinador de la velada, declaró a los informadores que el avistamiento del 7 de julio es para ellos "lo que san Fermín para los pamplonicas". Los mozos corren delante de los cuernos de los toros y ellos persiguen gentes de otros mundos por los cuernos de La Luna. Aguardar a los marcianos es una de las múltiples formas en que se manifiesta esa conducta patológica que denominamos la espera La vida está hecha de esperas: esperas en un semáforo, en la ventanilla de un banco, en la lista de operaciones de los hospitales, esperas vanas de quien espera crecer o ser más sabio. Hay quien desfallece esperando un hijo o cierta llamada de teléfono. Esperar, en suma, es una de las actividades más frecuentes de la vida. Visto así no es demasiado raro que 500 personas hayan convertido la espera, que es sin duda una ocupación triste y saturnal, en un improbable y venturoso encuentro marciano. Uno, sin ir más lejos, lleva muchos años esperando a que la gente se aleje de la sinrazón y la pseudociencia pero es tan inútil como si esperara marcianos. La melancolía de este artículo es fruto también de una espera. El modisto Paco Rabanne se ha retirado a esperar el cataclismo mundial del 11 de agosto, día de san Alejandro. No sé si es más recomendable el suicidio o preparar una fiesta de onomástica. En fin, esperemos. ALEJANDRO V. GARCÍA
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