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El Museo Reina Sofía ilustra con 100 cuadros la rebelión informalista

Ashton recoge las experiencias de 62 pintores y el espíritu de la época entre 1939 y 1968

El Museo Nacional Reina Sofía, de Madrid, presentó ayer la exposición colectiva À rebours. La rebelión informalista, 1939-1968, con un centenar de pinturas de 62 artistas. El montaje, en una coproducción con el Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM), se presentó durante dos meses en Las Palmas de Gran Canaria. La historiadora y crítica de arte Dore Ashton, experta en la obra de los artistas de la Escuela de Nueva York, es la comisaria de la muestra.

"Todos estos artistas tienen una auténtica experiencia personal que sólo se podía transmitir mediante el lenguaje pictórico", declaró ayer Dore Ashton en la presentación de la exposición, al referirse a algunos pintores, como el japonés Sugimata y el polaco Kantor. La sala 1 del Reina Sofía se ha llenado de pinturas que a partir de los años cuarenta se empezaron a conocer, de forma individual, escuelas o grupos, en diversos países como abstracción lírica, tachismo, expresionismo abstracto, pintura de acción o informalismo, como se llamó en España a partir de obras de Tàpies, Millares o Antonio Saura, que figuran en la exposición junto a José Guerrero.

Para el director del museo, José Guirao, la exposición tiene la intención de revisar un fenómeno o periodo artístico, que, gracias al trabajo intelectual y personal de Dore Ashton, se puede presentar con las obras clave. "Es la revisión de una manera de entender el arte y una actitud ante el mundo, en un periodo entre 1939 y 1968 que fue convulso y complicado. En esos años, tras la II Guerra Mundial, el Holocausto y la bomba atómica, los artistas se plantean la función del arte en la sociedad y el sentido de la creación. Las respuestas fueron variadas y complejas y esta muestra saca a la luz un periodo fundamental del arte de la segunda mitad de este siglo".

El revés de los tapices

La historiadora Dore Ashton calificó este periodo de "desastroso", que se extiende y "sigue con nosotros". Es como el cuadro que abre y cierra la exposición, un círculo de Jiro Yoshihara, de 1965. La intención de Ashton, que ya presentó hace dos años en el mismo museo una muestra de Robert Motherwell, es centrarse en la obra individual de los pintores y la respuesta "con pasión" frente al mundo. "Yo veo a los artistas, no el arte", declaró ayer a una pregunta sobre la situación actual del arte. Sobre el término de la exposición À rebours, Dore Ashton dijo que no se refería al mundo francés, con una traducción que puede significar a la contra o al revés, sino al Quijote. Su texto del catálogo comienza con esta cita: "Pero con todo esto me parece que el traducir de una lengua en otra, (...) es como quien mira los tapices flamencos por el revés, que aunque se ven las figuras, son llenas de hilos que oscurecen, y no se ven con la lisura y tez de la haz". A partir de 1939, cualquier manifestación artística, según Ashton, está unida al concepto de crisis y la respuesta vital y existencial de los artistas, con el ejemplo de los surrealistas que rompieron las fronteras nacionales. "Los pintores son intelectuales, que transforman y trascienden el horror del ser humano".

El montaje, coordinado por Marta González y diseñado por Juan Ariño, se inicia con una obra de pequeño formato de Willem de Kooning, de 1949. Las dos grandes salas se han dividido con paneles para situar el centenar de pinturas con un criterio abierto en la cronología y en la procedencia de los autores.

De acuerdo con la intención de la comisaria, que considera el expresionismo abstracto como un fenómeno que se extendió por todo el mundo, aparecen obras de Pollock, Rothko, Motherwell, Francis y De Kooning junto a Bacon, Giacometti, Matta, Soulages, Lam, Tobey, Dubuffet, Alechinsky, Burri, Fontana, Appel, Auerbach, Still, Vedova, Mitchell y Borges, entre otros.

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