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NEFROLOGÍA

Grandes diferencias de mortalidad en hemodiálisis

La tasa de mortalidad anual en los pacientes sometidos a hemodiálisis en Estados Unidos es del 25%, mientras que en Europa es del 13%, según ha revelado el análisis epidemiológico I-DOPPS (Estudio Internacional de Resultados de Diálisis de acuerdo con la Práctica Clínica). En este trabajo, emprendido en 1998 y que se concluirá en el 2002, participan un total de 8.000 pacientes de Estados Unidos, Japón y cinco países europeos: Alemania, España, Francia, Italia y Reino Unido. "Todavía es pronto para sacar conclusiones. De Japón todavía no tenemos datos y no sabemos muy bien a qué atribuir estas diferencias", indica Fernando Valderrábano, coordinador para España del I-DOPPS y jefe del servicio de nefrología del hospital Gregorio Marañón de Madrid. El estudio observa, sin embargo, que en Europa el 75% de los pacientes renales está controlado por un nefrólogo antes de pasar a la diálisis, frente a sólo un 29% en Estados Unidos.

Otra diferencia es que en Europa el nefrólogo pasa visita en cada una de las sesiones de diálisis (tres días a la semana), y en Estados Unidos, como media, sólo una vez al mes. Según Valderrábano, las principales causas de muerte en los pacientes con insuficiencia renal terminal (fracaso de la función de los dos riñones) que aboca a diálisis o trasplante de riñón son las patologías cardiovasculares, principalmente el infarto.

El Tratado de Hemodiálisis (Editorial Jims; Barcelona, 1999), coordinado por Valderrábano, y en el que han participado 76 especialistas de España, Alemania, Reino Unido, Francia e Italia, señala que la insufiencia renal es en los países desarrollados una enfermedad de personas mayores.

La edad media de quienes están sometidos a diálisis es de 60 años y los procesos que más frecuentemente conducen al fracaso renal son la hipertensión, la diabetes y ciertas enfermedades del riñón, como la glomerulonefritis. "Gracias a la diálisis", destaca, "pueden sobrevivir miles de personas que sin ella estarían abocadas a la muerte, puesto que sólo el 20% de estos pacientes son tributarios de recibir un trasplante de riñón. Es decir, que en España, que tenemos la tasa más alta de donantes según la población, de los aproximadamente 17.000 enfermos que cada año están en diálisis, sólo unos 3.400 podrían recibir un riñón. El resto no podría operarse, aunque hubiese riñones disponibles, por tener una edad muy avanzada u otras patologías que contraindican el trasplante". Aunque la legislación española no fija una edad límite para el injerto renal, los médicos lo desaconsejan en personas de más de 65 o 70 años.

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