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La asistencia al colegio de los niños rumanos supera todas las previsiones

Los niños del poblado rumano de Malmea (Fuencarral) ignoraban hace tres meses lo que era una escuela, pero ayer muchos lloraban al llegar su último día de clase en el colegio Miguel Hernández, de Latina. Sus ganas de aprender y su continuada asistencia a las aulas han superado todas las expectativas del Ministerio de Educación. El curso comenzó el 22 de marzo con 70 chicos y ha finalizado con 114.

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"El trimestre vivido con estos chavales es una de las mejores cosas que me han pasado en mi vida de docente". Así de entusiasta se expresaba ayer Sonsoles Carles, directora del colegio Miguel Hernández. "Cuando llegaron pensamos que en una semana se agobiarían por permanecer entre cuatro paredes, pero es increíble las ganas de aprender que tienen; son como esponjas, se les motiva enseguida y aprenden con facilidad", añade. Día a día, un equipo formado por 24 profesores, mediadores y voluntarios se ha esforzado por ganarse a unos chiquillos poco acostumbrados a los horarios y a los espacios cerrados y que malviven con sus familias en furgonetas y tiendas de campaña. Los chavales llegaban al centro en autobús a las diez de la mañana, se duchaban, desayunaban, iban a clase, comían, jugaban en el recreo y se marchaban a las tres de la tarde.

"El objetivo era conseguir que los chicos adquirieran hábitos higiénicos, que se acostumbraran a unos horarios de clase y de comidas y que aprendieran a expresarse en castellano; y en todo ha habido grandes avances", añade. "Después íbamos incluyendo materias instrumentales como lenguaje o matemáticas". "Ha sido una tarea difícil que no puede improvisarse y que requiere de un proyecto educativo serio con el que contábamos, ya que desde la Subdirección Provincial de Educación se nos ha apoyado en todo momento", concluye Carles.

Acabado el curso, ahora se abre la incógnita de qué ocurrirá en septiembre con estos chicos. Una duda que tiene difícil respuesta, ya que ni siquiera existe un futuro claro para el poblado donde viven. Educación garantiza que, si los niños siguen en Madrid, serán escolarizados, pero no precisa si en un centro específico como ha ocurrido este trimestre o en los colegios donde van el resto de los chavales.

La presencia del asentamiento rumano de Malmea ha levantado quejas en los barrios de Begoña y Fuencarral, ya que algunos vecinos acusan a los inmigrantes de generar problemas de suciedad e inseguridad en la zona. Los habitantes del poblado repiten desde hace un mes que la policía les conmina a marcharse. Pero por ahora ninguna institución aclara qué ocurrirá con la favela.

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