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Kirsty Gunn explora "la intimidad aterradora" que crean las familias

La autora neozelandesa publica en España la novela "El recuerdo"

Una relación afectiva adicta y peligrosa se disfraza en nombre del romanticismo cuando en realidad este vínculo entraña destrucción. El mito de cuento de hadas donde la mujer no se salva por sí misma sino a través de un príncipe es lo que Kirsty Gunn ha querido destruir en El recuerdo (Alianza), una novela que también explora en la intimidad "aterradora" que se crea en las familias, "porque no se pueden elegir".

"Me interesa mucho la vida por debajo de su superficie, es decir, las ideas del subconsciente colectivo y los estados emocionales intensos a los que tenemos acceso. En este sentido, hay una intimidad aterradora en las familias. Podemos elegir otro tipo de intimidad en amantes o amigos, personas con las que podemos tomar decisiones, pero no con la familia, a la que no podemos elegir", explicó ayer Kirsty Gunn (Nueva Zelanda, 1961) en la presentación de su novela El recuerdo. Gunn, cuyo anterior libro, Lluvia, se convirtió en un éxito de ventas, también indaga en la violencia masculina y femenina que se esconde tras las relaciones. Esta autora, considerada escritora de emociones y no de acciones, cree que el amor es una adicción que se convierte en algo destructivo. El recuerdo -que no tiene nada de autobiográfico, según Gunn- es el relato de la relación entre una madre poderosa, atractiva y dependiente de los opiáceos con un hombre cruel y seductor; y de los vínculos de la madre con su hija.

Según la escritora, podemos utilizar los mitos para entendernos, no para asustarnos. Por eso Gunn ha tomado como referente para escribir El recuerdo el terror de los cuentos de hadas. Puso como ejemplo el mito de Barba Azul, una historia de terror hacia los hombres, a la vez protectores, que rescatan a la mujer. "Las mujeres en estos cuentos nunca se salvan solas, porque son pasivas. He querido hacer una versión de adultos en donde la mujer se salva por medio del recuerdo", dice Gunn.

La infancia perdida

La novela es la evocación de un viaje a la infancia perdida ("la dulzura de la nostalgia es endémica en la condición humana"); un repaso por los momentos felices que la protagonista imagina con su padre, al que nunca conoció. Y revive la sensación de abandono, los deseos, desesperanza y miedos que le produjo. Sólo evocando aquellas sensaciones la protagonista podrá empezar a encontrar su verdadera historia y descubrir esa verdad que su madre siempre temió contarle. Para la autora, la infancia no es inocente. "La gente está tan errada con respecto a los niños y lo que éstos representan... Los adultos pretenden corregir en los hijos aquellos aspectos de su propia vida en los que se han sentido fracasar. Pero, en realidad, la infancia es complicada, violenta y sofisticada", opina Gunn. Ella recuerda cómo amigos suyos, tras tener hijos, se convertían en seres infelices. "Era porque reproducían el esquema materno. Y tanto el destino como la infancia no son determinantes; si te enfrentas a la realidad, es posible escapar de ambos. En este caso, la triste historia de la madre no ha sido en vano: a la hija le sirve para escapar de su destino", opina la autora, formada en Oxford y afincada en Londres. Gunn intenta averiguar hasta qué punto se hereda la huella del carácter y descubre que "las hijas no tienen por qué parecerse a sus madres".

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