Varios encapuchados atacan con quince "cócteles mólotov" el Gobierno Militar de Álava
Un grupo de encapuchados atacó la noche del pasado domingo el Gobierno Militar de Álava con quince cócteles mólotov. El edificio, ubicado muy cerca del centro de Vitoria, fue desalojado al penetrar uno de los artefactos y calcinar por completo una habitación. El ataque provocó cuantiosos daños materiales, aunque no causó heridos. Este sabotaje es el sexto que se registra tras las pasadas elecciones del 13-J. El rebrote de la violencia callejera rompe con la calma vivida en las calles del País Vasco desde mediados del pasado mes de mayo hasta el domingo electoral.
El ataque se produjo a las once y media de la noche desde la calle de Los Herrán, una de las principales arterias de la capital alavesa. Varios radicales se apostaron en la parte trasera del edificio y lanzaron hasta quince bombas caseras contra la parte posterior de las instalaciones. En esta zona se ubica la residencia del gobernador militar, el general de Infantería Carlos Bold Álvarez del Manzano, que en ese momento no estaba en el Gobierno. Uno de los artefactos rompió una ventana y penetró en la sala de estar, una habitación que los reclutas utilizan para ver la televisión, que en ese momento se encontraba vacía y resultó calcinada por completo. El fuego y el humo se extendieron a otras dependencias, aunque no provocaron tantos daños. Al percatarse de la dimensión del fuego, las doce personas que se hallaban en el interior del inmueble salieron a la calle, donde se vivieron algunas escenas de tensión. Los bomberos lograron sofocar el fuego a la una menos cuarto de la madrugada.
El comandante Calero, portavoz del Gobierno Militar, señaló que los daños provocados por el ataque son muy importantes. Además de la destrucción de la habitación donde cayó el cóctel mólotov, varios falsos techos se desprendieron y las paredes quedaron ennegrecidas por el humo.
Poco antes del atentado, la policía vasca recibió una llamada avisándole de un ataque a una empresa de trabajo temporal, que resultó ser falsa. Según la Ertzaintza, este aviso pudo ser un señuelo empleado por los saboteadores para poder actuar con más contundencia contra el edificio militar y para disponer de más tiempo para la huida.
Este nuevo acto de violencia callejera se suma a los otros seis que se han contabilizado desde el 13-J. El último sabotaje antes de los comicios de junio ocurrió el pasado 16 de mayo, cuando varios radicales quemaron el coche particular de un ertzaina en la localidad vizcaína de Ibarrangelua. Días después, Euskal Herritarrok (los herederos de Herri Batasuna) suscribió un pacto con PNV y EA para apoyar con sus votos en el Parlamento vasco las decisiones que adopte el Gobierno de Juan José Ibarretxe, integrado por los nacionalistas moderados. La campaña electoral discurrió sin ningún sobresalto y EH aumentó su votos. Tras el 13-J los sabotajes han reaparecido.
El PP y el Partido Socialista de Euskadi han hecho hincapié en esta circunstancia para prevenir al lehendakari contra EH. Para el presidente de los populares vascos, Carlos Iturgaiz, HB maneja la intensidad de la violencia callejera en función de sus intereses. "HB tiene en su mano el interruptor de la violencia callejera, que activa o desactiva en función de su conveniencia. Si durante la campaña electoral no se han registrado ataques, en la última semana se han recrudecido los ataques", señaló.
Así, Iturgaiz ha solicitado a Ibarretxe que rompa el acuerdo con EH si Herri Batasuna no condena los últimos atentados. "El lehendakari no puede pasar por alto el talante antidemocrático de uno de los socios [EH] que sustentan su Gobierno. [Ibarretxe] debe reorientar sus esfuerzos e impartir lecciones de firmeza democrática a HB". Ibarretxe aprovechó ayer una entrega de premios empresariales para pedir "disculpas abiertamente" por si sus palabras de la semana pasada sobre que las víctimas de la violencia no deberían condicionar el proceso de paz hubieran provocado "algún tipo de irritación". Añadió que no buscaba un enfrentamiento con las víctimas.
Por su parte, a la portavoz adjunta de los socialistas vascos y eurodiputada del PSOE, Rosa Díez, el atentado contra el Gobierno Militar de Álava le ha confirmado su temor a que la breve desaparición de la violencia callejera fue una estrategia electoral. "Es evidente que en ningún momento ha habido voluntad para acabar definitivamente con la violencia por parte de los acólitos de EH y de ETA", se lamentó.
La racha de violencia se reinició la víspera de los comicios locales cuando varios desconocidos colocaron una garrafa con gasolina en una vivienda de Legutiano (Álava) y fue incendiado el coche de un militante socialista, en Echauri (Navarra). El 22 de junio fueron atacados repetidores de televisión cerca de Bilbao, el 24 una empresa de trabajo temporal en Vitoria y el sábado el coche de una candidata socialista en Durango (Vizcaya).
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