Una sola playa pública y sin socorrista
La muerte de un adolescente que se ahogó en el lago de Banyoles el jueves por la tarde ha puesto de nuevo en tela de juicio la seguridad del estanque, que ya había quedado en evidencia a causa del naufragio que el pasado 8 de octubre costó la vida a 21 jubilados franceses. Khattib L., de 15 años, vecino de Banyoles y de nacionalidad marroquí, se ahogó en la única zona pública de baño con que cuenta el lago, conocida popularmente como La casita de madera, y que, a pesar de ser frecuentada por numerosos niños y jóvenes, no dispone de socorrista. En cambio, en las otras dos zonas de baño autorizadas, el club Natació Banyoles y Els Banys Vells, en las que debe pagarse entrada, sí existe esta figura. No hay una reglamentación que obligue a los municipios a disponer de socorrista en las zonas de baño de ríos y estanques, que tienen un tratamiento similar al de algunas playas del litoral. El alcalde de Banyoles, Joan Solana, aseguró ayer, analizando las desafortunadas circunstancias del caso, que la muerte del joven debe atribuirse a un "accidente inevitable". Testigos presenciales afirmaron que el joven, hacia las ocho de la tarde, nadó en compañía de un amigo hasta rebasar la delimitación de un perímetro de boyas. Sus demandas de auxilio no fueron bien interpretadas por la veintena de bañistas que se encontraban en la orilla, a unos 40 o 50 metros de distancia, quienes confundieron sus gritos y gestos con un juego. No fue hasta que su compañero consiguió llegar a tierra cuando algunas personas acudieron a prestar ayuda a Khattib L., pero éste ya había sido engullido por las aguas. Los equipos de rescate recibieron el aviso con 20 minutos de retraso y sólo pudieron iniciar las tareas destinadas a recuperar el cuerpo. Los Bomberos de la Generalitat consiguieron localizarlo después de una intensa búsqueda de alrededor de dos horas. La vigilancia del lago de Banyoles se intensificó desde el naufragio del catamarán turístico y se decidió que una pareja de la policía municipal efectuase una ronda por el perímetro del estanque. Esta vigilancia ha conseguido reducir drásticamente los baños en las zonas no autorizadas, muy habituales años atrás, aunque no se han erradicado algunas conductas de riesgo por parte de grupos de jóvenes. No es infrecuente ver como algunos muchachos trepan al tejado de las pesqueras para lanzarse al lago desde lo alto.
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