Tostadas
DE PASADALas dudas de Jesús Valenzuela sobre con quién debe gobernar en el Ayuntamiento de Granada duran más que un desayuno de oficinista. Digo bien, el desayuno en la Administración Pública es un acto sagrado, ritual y misterioso; las dudas de Valenzuela son también santas, ceremoniosas y enigmáticas. El empleado cumple con la obligación del desayuno igual que los cristianos viejos con la abstinencia: con fervor. A partir de las diez de la mañana se produce la fuga preceptiva en busca del maná tibio. Los teléfonos suenan y al otro lado alguien disculpa la ausencia: "Desayuna". Cómo se pueden emplear 30 minutos como mínimo en dar cuenta de un café y una tostada forma parte del secreto profesional. Un servidor ha tratado de dilatar su refección matinal y transcurridos quince minutos el pan estaba helado, incomestible, y el café gélido y sin aroma. ¿Cómo harán los empleados para prolongar su colación sin que mermen las cualidades gustativas de los alimentos? ¿Cómo hará Jesús Valenzuela para soportar el paso de los días sin que disminuya, reconcomida por la impaciencia, su capacidad intelectual? Las posibilidades combinatorias de los pactos en Granada son en efecto tan numerosas como las mezclas del café y la leche: PSOE e IU (café con leche común); PA, PSOE e IU (café con leche caliente y un poco de fría) y PP y PA (leche manchada con descafeinado de máquina y sacarina). Así hasta agotar todas las posibilidades que ofrece un bebedizo y un trozo de pan en apariencia simples, pero que atesoran, como los andalucistas, una dimensión políedrica y enigmática. ¿Convendría un desayuno diferente? He aquí uno erótico que recomienda Txumari Alfaro. Se confecciona una tortilla de cebolla, pero con la salvedad de que los huevos tienen que proceder de una gallina virgen. La comía la reina Catalina de Rusia, dama de exagerados picores, hasta el punto de que cada día licenciaba a un amante. ¿Simplificaría esta tortilla ardorosa los pactos? ¿Emparejaría las medias naranjas, y los tercios e incluso los cuartos de naranjas? Y ya que hablamos de afinidades y mezclas: ¿sabían que el candidato a la alcaldía socialista, José Moratalla, fue el neurocirujano de las minas de Alquife, en las que Jesús Valenzuela trabajó de practicante? ¡Qué gran equipo sanitario! ALEJANDRO V. GARCÍA
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