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El arzobispo de Tarragona reclama una reforma de la Ley de Extranjería

La grandeza democrática de una nación se mide, sobre todo, por su comportamiento hacia los emigrantes, afirma el arzobispo de Tarragona y presidente de la Conferencia Episcopal Tarraconense, Lluís Martínez Sistach, que reclama una modificación de la Ley de Extranjería para que el Estado español no sólo controle la emigración, sino que haga "una política de acogida y de reconocimiento de su situación". En su carta pastoral de ayer, el arzobispo culpa a los países ricos de que haya emigración y advierte de que las migraciones van en aumento y de que "en un futuro no muy lejano constituirán un serio problema por sus consecuencias culturales, sociales, religiosas, lingüísticas, etcétera". Bajo el título de Acoger al emigrante, monseñor Martínez Sistach certifica que "el Estado español se ha convertido en un país de inmigración".

"El fenómeno de las migraciones, por sus complejos problemas, interpela a la comunidad internacional y a cada uno de los Estados. Desgraciadamente -critica el arzobispo- todos tienden, en general, a intervenir mediante el endurecimiento de las leyes sobre los inmigrantes y acentuando los sistemas de control de fronteras". El prelado afirma que la política migratoria de España "ha sido hasta ahora de control mediante la Ley de Extranjería" y reclama la necesidad de "una política de acogida y de reconocimiento de su situación".

Martínez Sistach culpa de la emigración al aprovechamiento por parte de los países ricos de los recursos materiales y de las materias primas de los países pobres, y recuerda que "la emigración se efectúa por necesidad" y que "son pocas las personas que dejan su patria por simple afán de aventuras".

"Los inmigrantes tienen necesidad de recibir un trato propio de seres humanos", remarca el arzobispo, que defiende que los emigrantes tienen derechos como "la estabilidad legal; el derecho a la residencia permanente; la equiparación con los naturales del país en cuanto a derechos laborales y sociales; la integración efectiva en el país asegurando una convivencia basada en los valores de la fraternidad, igualdad, justicia y libertad".

"Posiblemente no existe un signo más eficaz para medir el auténtico nivel democrático de una nación moderna que el de considerar su comportamiento hacia los inmigrantes", concluye el arzobispo metropolitano de Tarragona, tras recordar que "la Iglesia defiende el derecho a emigrar".

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