Siempre es fiesta

La incorporación a los fogones del sólido restaurante navarro Beti Jai de Aoiz del joven chef Martín Iturri, hijo de los propietarios, supuso en su día un soplo de aire fresco. De sus padres ha heredado el amor por la cocina, incrementado por una depurada técnica aprendida en establecimientos de alto nivel. Sus ideas renovadoras han cuajado plenamente, contagiando además a su madre, esa gran cocinera popular que es Loli Huerta, quien se ha comprometido con sus bulliciosas innovaciones, introduciéndolas con prudencia en su carta. En ella persisten todavía platos tradicionales y sencillos del recetario navarro por los que esta casa se ha consagrado. Los cambios han sido, por lo general, certeros. Las ensaladas, por ejemplo, están en la onda más actual y algunas guarniciones son de una ligereza que gusta mucho hoy día. Entre las primeras es muy grata la ensalada de cigalas con mollejas de pato y crujiente de verduras. Con la suculencia de siempre y la finura más actual está el puré de pochas con picatostes y foie gras. Más complejo y bien resuelto, sin un asomo de mezcolanza, su versión surrealista del ajoarriero. Se trata de un bacalao laminado con bogavante y langostinos sobre láminas de patata y pimientos morrones confitados y todo levemente salseado con un estirado jugo de choriceros. Los postres, cada día más ligeros, son el reflejo más palpable de lo dicho; como ejemplo, la tulipa de miel con espuma de plátano, macedonia de frutas rojas y helado de yogur. Servicio muy efectivo. Carta de vinos interesante, sobre todo en lo referente a los emergentes caldos navarros. Por otra parte, se ha realizado una ampliación espectacular de sus salones dotándolos de mas confort, elegancia y, sobre todo, comodidad para el comensal. Es preciso reservar los fines de semana, ya que siempre está hasta la bandera.