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Segundo aviso XAVIER BRU DE SALA

¿Recuerdan que en las autonómicas de otoño de 1995 Pujol pretendía incrementar su mayoría absoluta? ¿Recuerdan que a contrapelo de los sondeos y de su propia euforia perdió una decena de diputados? Fue el primer aviso. De ahí nació el llamado pluralismo antinatural (todos contra Pujol, incluido el PP), que duró muy poco, hasta que en las legislativas siguientes Aznar necesitó a Pujol y éste, al gobernar a cambio en Cataluña como si aún tuviera mayoría absoluta, dio el primer aviso por no recibido. De ahí que CiU no estuviera psicológicamente preparada para encajar el segundo aviso, recibido el pasado domingo. Los mensajes iniciales de Pere Esteve y Pujol fueron de continuidad: "El electorado ha confiado en los que gobiernan, sean del color que sean", y, claro está, seguirá haciéndolo en el ámbito autonómico. Al ver que no colaba, Pujol salió con la imagen de la rueda pinchada. El mensaje es "todo va estupendamente, se repara el pinchazo y ya está", la cuestión es no darse por enterados del aviso (luego dicen que el problema de Cataluña es el autoodio de los demás, cuando es el autoengaño propio). Sólo a media semana oyó el toque de corneta, pero lo atribuyó a razones esotéricas. El símil de los avisos lleva aparejado un mensaje claro: o te enmiendas o sonará muy pronto el tercero. Luego, se acabó, tú a la calle, que pase el siguiente. Tiene, pues, su interés escrutar en qué puede cambiar Pujol para evitar una derrota -o una mayoría pírrica-. Dispone de poco tiempo y de menos espacio político. A Molins ya le han desahuciado los votos y no es cuestión de echarle todo el muerto. Sólo ha perdido en Barcelona, por camaleón ideológico y sumiso, él que está en contra, de los nuevos aires convergentes. No puede hacer cambios en el Gobierno, porque serían tachados de oportunistas, además de que, Pujals aparte, el problema no está tanto en los consejeros como en lo endeble del andamiaje político donde se ubican, que les confiere la ligereza del no ser. No puede cargarse a Pere Esteve por ser el conductor del autobús que lleva a Vitoria sin poner a todo el pasaje de los masovers en la misma picota. Y en este caso se quedaría solo, o en familia. En el almacén de personal no hay recambios, a no ser que Pujol se abrazara a Duran Lleida y se abriera a la sociedad civil, lo cual parece bastante improbable. En cuanto al arsenal de las ideas y las propuestas, entre el pacto del Majestic y la utópica cosoberanía, hoy por hoy y mañana por mañana previsible, no hay más que el vacío. Una vez cumplido el pacto por parte del PP, que en el capítulo de la financiación fue un engañabobos, se acabó la época del gradualismo y el peix al cove. Y reivindicar sin instrumentos en la mano que permitan obtener es propio de Esquerra Republicana. Ni un solo cliente ignora que esta especialidad se sirve mejor en casa Carod. Puestos soñar, mejor la tortilla completa que una mitad. Ni recambios en el equipo, ni planteamientos nuevos que no sean improvisados (y probablemente erráticos). ¿Queda entonces espacio político donde maniobrar? Atribuir sin más este segundo aviso al pacto con el PP es cosa de calamares de la política en su tinta. Ante el resultado de las generales del 96, CiU debía apoyar la estabilidad y la alternancia a cambio de algunas garantías. El error fue firmarlo todo (era preferible, como algunos defendimos, votar la investidura sin pactos escritos, manteniendo las distancias, lo que hubiera obligado a Aznar a centrarse antes y mejor y seguir pendiente de CiU durante toda la legislatura). Pero aun así, los electores que han dado el segundo aviso a Pujol comprenden el apoyo. Lo que no aceptan es el bloqueo de la situación, la ausencia de perspectivas reales camuflada bajo una gestualidad divorciada de la posibilidad. Así que Pujol no debería, sensatamente, trasladar al escenario político español los problemas con parte de su electorado en Cataluña. Aznar no le va a conceder nada más -ni tiene por qué hacerlo- y el lío por el lío no es propio de CiU. No hay, si las apreciaciones anteriores son correctas, más posibilidad de alejarse del PP que hacerlo de mentirijillas, pero a cambio de incrementar todavía más la distancia entre las palabras pronunciadas y los hechos reales. Y esta distancia es, a mi juicio, el gran error de la última etapa de Pujol. Un error que no se puede corregir en el tocador de la señorita Pepis. ¿Es posible, como última opción, acercarse a ERC para recuperar votos cedidos? Según se desprende de lo dicho hasta aquí, el diagnóstico es que cuanto más se acerque CiU a ERC, más votos va a perder CDC por este flanco. Aunque Pere Esteve y Felip Puig se crean imanes que sólo con acercarse magnetizan papeletas a diestro y siniestro, el imán que atrae limaduras de voto convergente insatisfecho es y seguirá siendo Carod. Por lo menos Pujol y Duran se deben haber dado cuenta. Más de un miembro clarividente de la nueva directiva de CDC cree haber encontrado la piedra filosofal: "Redefinir el mensaje". ¡Haberlo dicho antes de redefinirlo contra el segmento de su propio electorado que se apunta al catalanismo más sensato posible! Ahora es tarde. Ahora no hay otra redefinición que una enmienda y vuelta atrás. Pujol se ha tomado el segundo aviso como un retoque al reparto del poder y al equilibrio tradicional de la política catalana, pero es algo bastante más serio. Responder con ligeros retoques a su ajado maquillaje y con un incremento de los aspavientos es el mejor modo de continuar ahuyentando votos. Veremos quién los aprovecha.

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