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El primer estudio del cerebro de Einstein encuentra un rasgo singular

Los lóbulos de la percepción espacial son mayores de lo normal

El primer estudio anatómico del cerebro del físico de origen alemán Albert Einstein, considerado el mayor genio del siglo XX, ha revelado un rasgo singular importante: el tamaño de los lóbulos parietales es bastante mayor que en otros cerebros estudiados como control, y no existe una zona fronteriza entre lóbulos contiguos. Los lóbulos parietales se relacionan con la capacidad de visualización espacial y el pensamiento matemático.

El estudio del cerebro de Einstein, hecho por científicos de la Universidad McMaster de Hamilton (Canadá), es el primero que se hace de forma completa, y también el primero que relaciona los rasgos anatómicos con las teorías vigentes sobre las áreas del cerebro implicadas en las funciones cognitivas y la inteligencia. Cuando Einstein murió en 1955, debido a un aneurisma en la aorta, a la edad de 76 años, le fue extraído el cerebro, con la autorización de sus familiares, y éste quedó en posesión del patólogo Thomas Harvey, que hasta ahora no había publicado ningún estudio comparativo. Harvey lo publica hoy en The Lancet con dos investigadoras de su departamento. Durante estos años, el cerebro de Einstein fue medido y fotografiado desde todos los ángulos, se obtuvieron cortes histológicos y también fue despiezado en bloques para su conservación, por lo que el estudio actual ha sido cómo resolver un rompecabezas.

Las científicas han comparado el cerebro de Einstein con los de 35 cerebros masculinos de la colección Witelson, de su universidad, y también con 56 cerebros de mujeres de la misma colección. Los hombres a los que pertenecían los cerebros tenían en vida un cociente de inteligencia de 116 como media, y eran considerados personas normales en los aspectos neurológico y psiquiátrico.

Más ancho

Con estas comparaciones el cerebro de Einstein ha resultado ser casi completamente normal, en dimensiones y en peso, y también en rasgos morfológicos. Sin embargo, se ha observado una diferencia significativa en los lóbulos parietales de ambos hemisferios, que son mayores de lo normal en su zona posterior. Esto hace que el cerebro sea más ancho que los otros cerebros estudiados. La diferencia es de 1 centímetro en cada mitad del cerebro (un 15%), lo que hace que el órgano resulte ser casi esférico, pero existe otra diferencia anatómica llamativa en esta zona, la falta de un surco que existe en todos los demás cerebros que se han estudiado. Los investigadores piensan que la ausencia de este surco se debe a que la zona inferior de los lóbulos parietales se desarrolló más de lo normal en una fase temprana del embarazo e impidió la expansión del surco y el desarrollo de los llamados opérculos.

En esta zona de la corteza, probablemente con más conexiones entre neuronas en el cerebro de Einstein que en otro normal, se integrarían diversas funciones cerebrales que normalmente pueden estar separadas por los surcos o cesuras. "Este concepto estaría de acuerdo con la especulación de Cajal de que la variación en la conectividad de los axones puede representar una correlación neuronal con la inteligencia", afirman. También recuerdan que la generación y la manipulación de las imágenes en tres dimensiones y la representación matemática de los conceptos, procesos cognitivos que fueron esenciales en el desarrollo de la teoría de la relatividad, dependen fuertemente de esta región y aventuran una relación matizada entre estructura cerebral e inteligencia. Einstein mismo decía que en su pensamiento las palabras parecían no tener función alguna.

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