El sector histórico de Convergència cree que el partido sufre una gran desorientación
El sector histórico de Convergència Democràtica (CDC) cree que detrás del marcado retroceso electoral del pasado domingo se esconde una gran desorientación ideológica en el partido que se ha acentuado con la llegada a la cúpula de una hornada de jóvenes soberanistas y las contradicciones que esta orientación comporta por los pactos con el PP. Para estos notables, Convergència se pierde en un magma de conceptos abstractos que no interesan al electorado en vez de dar prioridad a las propuestas programáticas más cercanas al ciudadano.
"Demasiado catalanismo jurídico". Así resumía ayer un veterano miembro del comité ejecutivo de CDC los nuevos aires que se respiran en esta formación política y se quejaba de que la mayor parte del tiempo se esté discutiendo sobre conceptos como la soberanía compartida, "que no interesan a nadie". El problema radica, para la gran mayoría de los ex líderes consultados, en que el cambio del mensaje, ahora mucho más nacionalista, topa con la realidad de los hechos de cada día, desconcertando no sólo a la militancia, sino también a la gran base del electorado. El descontento es doble. Los militantes discrepan de los pactos con el Partido Popular y la gran masa de los votantes, mucho más moderada, ve como el gran discurso ideológico no se traduce en propuestas concretas y tangibles. "Aquí nadie ha pensado que una cosa es la militancia y otra la gran base de nuestro electorado", apostilla otro ex consejero. "Por supuesto que al militante no le gustan los pactos con el PP, pero a la gran mayoría de nuestros votantes también le indignan ciertas salidas de tono nacionalistas", precisa. El mismo miembro de la ejecutiva convergente se quejaba de la "férrea disciplina" con la que se apoya en Madrid al PP. "¿Es que les tenemos que votar todo a favor?", se preguntaba.Otro histórico ex consejero achaca la derrota electoral a la nueva política sobre la lengua, con obligaciones, sanciones y cuotas "que no sirven para nada y no interesan a nadie". "El problema es", añadió otro miembro de la dirección, "que en las reuniones de la ejecutiva nadie dice lo que piensa. Los que ahora apoyan a Felip Puig o Pere Esteve, antes eran incondicionales de Miquel Roca".
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